No existen razones para suponer que el gobierno que emerja de las elecciones de octubre vaya a ser de otro signo que peronista. Las corrientes no peronistas podrían sufrir una derrota digna pero no se percibe que puedan llegar a ganarle al justicialismo. Argentina es un país donde hay un mapa electoral bastante nítido que establece que, si el peronismo no llega demasiado desgastado a las elecciones, no pierde. Por el momento esa realidad está vigente y no se vislumbra que vaya a cambiar en lo inmediato. Para quienes no somos peronistas se trata de un hecho bastante frustrante pero no por ese motivo la situación se va a modificar mágicamente.
Si aceptamos la hipótesis de que el justicialismo va a ganar, la cuestión que se plantea es a qué peronismo nos referimos. El justicialismo es un partido dotado de una gran versatilidad ideológica y eso hace que pueda modificar su perfil de acuerdo con las orientaciones que las circunstancias vayan demandando. El kirchnerismo representa claramente una vertiente muy izquierdista del peronismo. El interrogante es si seguirá siendo esa la línea en la que el justicialismo se situará durante el próximo período de gobierno o se producirá un desplazamiento en algún sentido.
Por supuesto, el interés de los sectores más puros del kirchnerismo es continuar en la misma posición que el gobierno viene teniendo desde 2003. Pero ¿tiene consenso interno en el peronismo esa aspiración del kirchnerismo? Los políticos peronistas son gente muy pragmática, muy concientes de cuáles son las circunstancias reales que el país deberá afrontar. Esto no significa, por supuesto, que sean personas abnegadas dispuestas a entregarse patrióticamente a la causa del progreso nacional y el bienestar popular. El pragmatismo de los políticos peronistas pasa por entender exactamente cuáles son los resortes de los que depende la retención del poder, al que luego emplean esencialmente en provecho propio. Pero, al mismo tiempo, los dirigentes justicialistas son concientes de que, si no satisfacen mínimamente las demandas populares, pueden terminar perdiendo el poder. Por lo tanto, la evaluación que deben hacer para determinar la estrategia con vistas a la elección presidencial de octubre es si la continuidad del actual rumbo político les asegura el apoyo popular que les permita retener el poder o, por el contrario, el sostenimiento de las actuales políticas los lleva hacia un fracaso.
Afortunadamente, hay datos suficientemente nítidos en el sentido de que la continuidad de la actual gestión probablemente derive en una crisis bastante profunda dentro de un plazo no demasiado extenso. Este hecho es el que presumiblemente lleve a la mayoría de los dirigentes peronistas (quedan excluidos los kirchneristas recalcitrantes) a la conclusión de que se impone un cambio de rumbo.
Actualmente, existe una solapada intención, de parte del sector más puro del kirchnerismo, de imponer, mediante la técnica del hecho consumado, la candidatura de la viuda de Kirchner y así consolidar la continuidad del modelo vigente. Pero si bien esa iniciativa no se encuentra con rechazos ostensibles, lo cierto es que tampoco se consolida definitivamente. Está bastante claro que ese proyecto no tiene un consenso amplio pero también es notorio que, por el momento, no ha aparecido un liderazgo que lo reemplace. Y por ese motivo es que el proyecto del gobierno se sostiene en pie, como el único que verdaderamente está lanzado.
El futuro inmediato del país depende, en definitiva, de cómo se resuelva la dinámica interna del peronismo. Es absolutamente lamentable que esto sea así, sería deseable que Argentina tuviera perspectivas más favorables pero por el momento esto está fuera de las posibilidades. Aunque no nos guste, debemos admitir que el peronismo sigue siendo la fuerza mayoritaria y que su accionar es determinante para el destino político del país. Si los dirigentes peronistas se convencen de que con la continuidad del kirchnerismo existe el riesgo de que la situación política desemboque en una crisis que comprometa sus propias posibilidades de retener el poder, es posible que tomen la decisión de adoptar una estrategia más prudente y, de ese modo, concluirían por prestarle al país el servicio de librarnos a todos de la lacra kirchnerista. No lo harían por generosidad sino por ambición política. Pero de esa evaluación depende el proceso político argentino por los próximos años.
Hola Ale, muy bueno! lo posteo en twitter. Cariños
ResponderEliminarapoyo a todo lo que suma,a todo lo que sirve te enviare una nota ,que tras años de trabajo y evaluación de mi comunidad, es mas que necesario e importante .aca no nos dan bolilla,tenemos un intendente peronista pero en verdad estan tan divididos que no sabemos quien esta con quien ,soy empleada municipal administrativa,mi deseo y pienso que para mas seriedad y concrecion concreta debería pasar a depender de la provincia y trabajar codo a codo,saludos estoy con aquel que nos de una oportunidad,de brindar crecimiento humano,a toda una sociedad que de eso depende el futuro "los hombres pasamos las obras quedan"un abrazo gra
ResponderEliminarMuy buena la nota, está en concordancia con la nota que publicó hoy El informador Público: http://www.informadorpublico.com/100494.html; en la cual se expone la interna peronista actual y el preponderante papel de Scioli.
ResponderEliminarMuy interesante! Este año electoral va a ser muy movido...
ResponderEliminarmuy bueno Alejandro,y coincido,desgraciadamente el futuro del pais esta en manos de los justicialistas!!!
ResponderEliminarMuy bueno y claro tu aporte.....pareciera que ese es el horizonte......
ResponderEliminarMCristina