El descenso de River ha traído aparejado, entre otros, al problema de reformular la distribución de los derechos de televisión del fútbol argentino. Es interesante detallar que este problema existe, precisamente, porque la comercialización de los derechos de televisión del fútbol no está regido por el principio del libre mercado y se aplica un sistema colectivista.
El estatuto de AFA establece, en su Artículo 94, que
“Los ingresos que se produzcan para cada una de las Categorías profesionales, en concepto de derechos de televisación, en directo y/o diferido, corresponden íntegramente a la Asociación del Fútbol Argentino, y su forma de distribución dentro de cada Categoría, será establecida a través del Comité Ejecutivo”
Esto significa que los clubes no están autorizados a comercializar individualmente los derechos de televisación sino que quien está legitimada para hacerlo es la AFA. Se trata, claramente, de un caso de propiedad colectiva. Y, como en todo caso de propiedad colectiva, se plantea el problema de la distribución de los ingresos. En AFA, es habitual que haya encarnizadísimas discusiones por el reparto de los fondos recibidos en concepto de derechos de televisión. Los clubes más importantes, que tienen más hinchas y, por lo tanto, más audiencia televisiva, reclaman una parte más grande de la “torta” y los clubes más modestos, que son más cantidad, suelen hacer valer su mayoría numérica y así obtienen una retribución superior a la que derivaría de su audiencia televisiva genuina.
El descenso de River pone este problema nítidamente en evidencia. La AFA tiene firmado un contrato con el programa “Fútbol para Todos”, de la Jefatura de Gabinete, que incluye a las tres categorías profesionales. Dentro de ese contrato quedó subsumido un contrato preexistente de AFA con una subsidiaria del Grupo Clarín para emitir los partidos del fútbol de ascenso, de modo que Clarín compra a “Fútbol para Todos” el derecho a emitir el los partidos de la Primera B Nacional y el estado liquida a la AFA el total del monto acordado en el contrato. Es decir, de los 600 millones de pesos acordados en la Claúsula tercera del contrato con “Fútbol para Todos”, hay 42 millones que el estado los recibe del Grupo Clarín en concepto de pago de los derechos de emisión de las categorías de ascenso.
Cuando se definió la forma de distribuir el dinero, las autoridades de AFA dispusieron, unilateralmente, que de los 600 millones del contrato, 415 millones se distribuirían entre los clubes de Primera y 70 millones se repartirían entre los equipos de la Primera B Nacional. El resto del dinero quedaba para otras categorías y 35 millones eran para gastos generales de organización de los torneos. Todas estas asignaciones fueron completamente arbitrarias. No hubo absolutamente ningún tipo de mecanismo que permitiera determinar valores por medio de criterios de mercado. Estas decisiones fueron adoptadas unilateralmente por Grondona y sus colaboradores más estrechos y los dirigentes de los clubes, sumidos en la euforia por el incremento del dinero recibido por el nuevo contrato, las aceptaron sin mayores objeciones.
Luego, los clubes de Primera debatieron como distribuir el dinero que tenían asignado y se determinaron tres escalas. En la primera están River y Boca, en la segunda cuatro clubes y en la tercera el resto. Esta distribución también fue completamente arbitraria, no hubo ningún criterio de mercado que determinara cuanto valía la emisión de los partidos de cada uno de los equipos. A River y Boca les correspondieron alrededor de 30 millones simplemente “porque sí”.
Los clubes de la B Nacional se distribuían los 70 millones en forma absolutamente equitativa y de ahí salen los 3,5 millones que les corresponden a cada uno. Teóricamente, River debería bajar de los 30 millones que cobraba en Primera a los 3,5 millones que le corresponderían en la B Nacional y que Grondona ya se encargó de decir que no serán de aplicación en este caso específico porque, según dijo “es un caso atípico”. No se sabe aún cuanto cobrará River en esta temporada pero, en cualquier caso, será una cifra determinada arbitrariamente, no un precio surgido de ningún mercado.
Y acá es donde surge una reflexión liberal respecto de este tema. Obsérvese que hemos mencionado muchos números, todos los cuales fueron establecidos en forma discrecional por la AFA o por tironeos entre clubes pero no hay un solo precio que haya sido establecido por medio de la oferta y la demanda. ¿Por qué sucede esto?
El origen del problema hay que ubicarlo en la disposición estatutaria que transcribimos al principio, donde se establecía una propiedad colectiva de los derechos de televisación del fútbol... Porque ¿quiénes son los proveedores de la “materia prima” para que existe el producto “fútbol por TV”? La respuesta es: los clubes... La TV paga para emitir a Boca, a River, a Lanus, a San Martín de Tucumán, hasta Atlas, que está en la Primera D recibe dinero de “La otra pasión”, que se emite por Fox Sports. Entonces, si la TV paga por emitir los partidos de los diferentes clubes ¿Por qué entonces la propiedad de los derechos de TV es de la AFA y no de cada club en particular?
En verdad, esto sucede porque los clubes más modestos consideran –y tal vez tengan razón- que les conviene esta forma de propiedad y no otra. De ese modo, pueden apoderarse del dinero que la TV paga por emitir a los clubes más poderosos. El argumento que esgrimen es que “a la TV sólo le interesan Boca y River y no pagaría nada por emitir los partidos de los demás equipos”. Sin embargo, este argumento omite considerar el escenario alternativo que se generaría si la televisación del fútbol se abriera al sistema de libre mercado. Un torneo de fútbol lo disputan veinte clubes y comprende 38 partidos, 19 como local y otros tantos como visitante. La forma lógica de distribuir la propiedad de los derechos de TV no es que la AFA sea colectivamente dueña de todo el torneo sino que cada club sea titular de los derechos de televisión de los partidos que disputa en su estadio. Y que cada uno venda el derecho a emitir esos partidos como mejor le convenga.
Lógicamente, Boca y River obtendrán por sus partidos más dinero que Lanus o Argentinos Juniors. Pero cuando consideramos a un equipo debemos considerar también al rival. Cuando Argentinos Juniors juegue como local contra Boca o River, podrá vender los derechos de televisación de esos partidos al valor de mercado de sus adversarios y disponer para sí de esos recursos. Es claro que si el rival de Argentinos Juniors es Arsenal ese partido valdrá menos que si el adversario es Boca o River.
Los dirigentes de los clubes más modestos suelen sostener que si el torneo no se vendiera en bloque, nadie tendría interés en televisar los partidos donde no participen los clubes más poderosos. Pero ese argumento omite considerar el modo de operar de un sistema de mercado. Es cierto que, en las condiciones actuales, no hay canales interesados en televisar los partidos menos importantes a menos que estos vengan como parte de un “lote” con los cotejos más convocantes. Pero las circunstancias vigentes son la consecuencia de la aplicación de un sistema cerrado, donde no se ofrece la oportunidad de una explotación del negocio en condiciones de mercado. Es obvio que si los partidos no están disponibles para ser adquiridos, ninguna señal tendrá interés en comprarlos. Es necesario que los partidos estén a la venta para que aparezcan empresarios dispuestos a invertir en ese negocio. En los casos de los clubes más importantes, la retribución será más elevada y para los clubes más modestos el pago será menor, siempre ligado a las condiciones de mercado. Un sistema abierto de este tipo podría hacer, por ejemplo, que aparezcan canales locales interesados en emitir los partidos de equipos de cada ciudad. A San Martín de San Juan, recientemente ascendido, probablemente tenga más interés en televisarlo un canal de San Juan que uno de Capital Federal. El mercado siempre tiene derivaciones imprevisibles.
Y este sistema resolvería el problema que le plantea ahora a los dirigentes del fútbol el descenso de River en lo referido a la distribución de los derechos de TV. Si River fuera el dueño de los derechos de televisación de sus partidos como local, quizá ganaría lo mismo –o sólo un poco menos- en la B Nacional que lo que podría recaudar en Primera porque, en definitiva, a los hinchas de River siempre les seguirá interesando ver los partidos de su equipo, sin perjuicio de que juegue en una categoría inferior. Para los rivales de River, el hecho de que River haya descendido será beneficioso porque, cuando jueguen con el Millonario, podrán vender la televisación de sus partidos por un monto sustancialmente mayor.
Por supuesto, en AFA, una organización corporativa y colectivista como pocas, no se hará nada de esto. Pero, dado que se viene debatiendo acerca de cómo se reasignarán los derechos de televisación del fútbol a raíz del descenso de categoría de River, no está mal que los liberales ofrezcamos una solución racional a este problema. Seguramente nuestra propuesta será desechada pero cuando se encuentren con problemas que no pueden solucionar satisfactoriamente, sepan que el mercado siempre ofrece caminos alternativos.
A grandes rasgos y sin entrar en detalles porque no manejo bien el tema, coincido en lo que decís en este posteo. Creo que también sería un buen "muestrario" para ver sí y cómo funciona en este contexto la economía de mercado. También creo que sería interesante implementar un campeonato alternativo (algo escuché decir de esto) en donde jueguen los primeros 4 equipos (la cifra que doy es medio arbitraria) del Nacional B, de la B, y de la C y de los torneos argentinos (A y B). Esto también generaría una mayor espectativa, sería una medidad más federal y podría mover el mercado. Claro, hay que hacer las cosas bien y pobrar como funcionan.
ResponderEliminarSaludos.
Además de que cada club decida todo lo concerniente a la televisación de sus partidos, otra cosa que puede ayudar al fútbol (y al resto de los deportes en general) es la creación de la figura de Sociedades Anónimas Deportivas, donde cada club se pueda adherir de manera voluntaria. Si bien no es la panacea, puede ayudar a que los clubes se manejen con criterio de negocios en una actividad deportiva que hoy en día es un negocio.
ResponderEliminarAndrés
La conversión de los clubes en sociedades anónimas es una alternativa que no admite consideración en el ámbito del fútbol argentino por razones bastante amplias y que exceden por completo el alcance de este post, que únicamente está referido a la comercialización de los derechos de televisación
ResponderEliminarAlejandro, antes que nada, ¡Muy bueno el blog! Sí, obviamente que en Argentina sería difícil de aplicar la figura de "sociedades anónimas deportivas" y si bien eso no fué el tema de este post, cabe mencionar que algunos clubes sí fueron gerenciados (Racing en su momento) o lo están siendo en este momento (Belgrano de Córdoba), dado que la gran mayoría de los clubes están quebrados. En Chile, por ejemplo, para citar un caso cercano en Sudamérica, algunos clubes ya se han convertido en sociedades anónimas deportivas.
ResponderEliminarAndrés