miércoles, 13 de julio de 2011

El kirchnerismo quiere perder por poca diferencia

Cuando se conocieron los resultados de las elecciones del pasado domingo en la Capital Federal, surgió la duda acerca de si, dada la diferencia en favor de Mauricio Macri, Daniel Filmus desistiría de competir en la segunda vuelta. Sin embargo, desde el primer momento Filmus aseguró que participará en el ballotage y su posición en ese sentido no se ha modificado. ¿Por qué Filmus se empeña en participar en una competencia donde sus chances de ganar son prácticamente nulas?

La formulación de la respuesta requiere insertar el proceso electoral de la Capital Federal en el contexto nacional. La disputa Macri-Filmus se inscribe en el contexto de la contienda kirchnerismo-oposición. En la primera vuelta de la Capital Federal ganó ampliamente la oposición. Es casi imposible que en la segunda Filmus revierta el resultado adverso. Si la elección tuviera una significación únicamente local, Filmus seguramente admitiría la derrota y la victoria de Macri quedaría consagrada. Pero en la elección del último domingo sucedió algo más que la victoria de Macri, que fue la contundencia con la que el candidato de PRO se impuso. Esta diferencia es la que motiva al kirchnerismo a sostener la candidatura de Filmus para que vuelva a presentarse. No les importa volver a perder, lo que quieren es perder por menos...

La idea de los estrategas kirchneristas es que si logran achicar significativamente la diferencia de casi 20 puntos que los separa del macrismo, podrán reducir el impacto negativo de la derrota. Supongamos que muchos de los votantes que no se pronunciaron en favor de Macri ni de Filmus, se inclinaran mayoritariamente por el candidato kirchnerista y el resultado de la segunda vuelta fuera, por ejemplo, de 54 % a 46 % en favor de Macri. Si eso sucediera, el gobierno podría exhibir la derrota como si fuera un triunfo. Esa es la esencia de la estrategia del kirchnerismo con vistas a la segunda vuelta. Por eso vuelven a mandar a Filmus –un soldado leal como pocos, verdderamente- al combate en condiciones tan desfavorables. Aún descontando que van a perder, quieren mejorar su imagen a través de un resultado más decoroso. Y este propósito es lo que define el sentido político de la realización del ballotage.

Si el objetivo del kirchnerismo es sufrir una derrota digna para mejorar su imagen después de la “paliza” que Macri les pegó el domingo, resulta claro que la estrategia de la oposición debe ser, justamente, impedir que eso suceda. Todos aquellos que militamos en la oposición al kirchnerismo debemos tener clara esta cuestión. Si para el gobierno es valioso perder por poca diferencia porque le ayuda a mejorar su imagen, la estrategia de la oposición debe ser la de impedir que el oficialismo logre su propósito. Debemos entender que lo que está en juego no es la elección en la Capital sino la proyección de este resultado con vistas a los comicios presidenciales de octubre. Para derrotar al oficialismo es necesario desgastarlo en todas las batallas previas. Esa es la cuestión esencial que estará en juego el 31 de julio.

Por este motivo es que todos aquellos que estamos comprometidos con la obtención de la victoria de la oposición por sobre el oficialismo, debemos dejar de lado los reparos que nos inspire la figura de Macri y debemos apoyarlo sin condicionamientos. Necesitamos someter al kirchnerismo a una derrota apabullante, humillante, categórica. Ese es el aporte que se puede hacer desde la Capital para debilitar al gobierno a fin de crear las condiciones que permitan la obtención de un triunfo opositor en las elecciones de octubre. Aunque no haya actualmente una representación liberal que participa de las elecciones, hay un interés estratégico de parte del liberalismo para que se consolide un sistema republicano y pluralista que genere las condiciones para que una fuerza que represente al liberalismo encuentre un terreno fértil para desenvolverse. Para que este objetivo se concrete, es necesario que el kirchnerismo sea derrotado ante una fuerza comprometida con los valores republicanos aunque no sea de extracción liberal. En ese contexto, una derrota amplia del gobierno en la elección de la Capital es un aporte relevante a fin de concretar el objetivo final.

No podemos darnos el lujo de permitir que el kirchnerismo reviva. Se trata de un enemigo poderoso y hábil. En este momento, cuando está herido, no hay que tener piedad, misericordia ni contemplaciones. Debemos propinarle una derrota contundente por medio del más legítimo de los recursos: el voto popular, ese voto que, según Fito Paez, le da “asco”. Que se vaya acostumbrando porque el mal olor finalmente abarcará todo el país.

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