miércoles, 29 de septiembre de 2010

La opción del momento: república formal o dictadura kirchnerista


La concentración de ayer frente al Palacio de Tribunales, donde los oradores pronunciaron discursos incendiarios en defensa de la “ley de medios” y atacaron a la Suprema Corte de Justicia por no legitimar la constitucionalidad de la norma, no representa a la Argentina real. Por grandes que sean las discrepancias y las incertidumbres que sobrevuelan a nuestro país, está claro que no existen grupos efectivamente representativos que legitimen los argumentos y los métodos exhibidos en la manifestación de ayer.

El problema que se plantea, ante los exabruptos de ayer, es el de darles una significación y atribuirles una valoración apropiada. ¿Qué tan grave y qué tan peligroso es lo sucedido ayer? ¿Es la concentración de ayer un mero incidente o prefigura episodios de mayor trascendencia?

Estas preguntas no tienen respuestas categóricas, concluyentes y definitivas aunque hay algunos datos que permiten entrever la evolución de los acontecimientos. El punto central es que, de acuerdo con algunos antecedentes, se podría expresar que, ante respuestas institucionales firmes, el kirchnerismo retrocede. Por ejemplo, cuando el Congreso rechazó las retenciones móviles a través del “voto no positivo” del vicepresidente Julio Cobos, el gobierno derogó inmediatamente el decreto. Por eso, cabe presumir que, en la medida en que se confirmen las versiones que mencionan que, para la Corte, la manifestación de ayer tiene “cero influencia”, razonable creer –aunque no existe certeza alguna y corresponde seguir con atención la marcha de los acontecimientos- que las presiones del gobierno sobre la Corte concluyan por extinguirse aunque es probable que no en forma inmediata.

En este sentido, es importante que todos los sectores que -independientemente de nuestras respectivas posiciones políticas e inclinaciones ideológicas- reivindicamos los valores republicanos y democráticos, apoyemos firme e indeclinablemente el principio de la independencia del Poder Judicial frente a los embates del gobierno dictarorial del matrimonio Kirchner. Esta es la cuestión inmediata, antes que cualquier otro debate referido al ordenamiento económico, la política de seguridad o cualquier otro asunto referido a la gestión de gobierno. La opción del momento es “república formal o dictadura kirchnerista”. Quienes reivindicamos el liberalismo debemos tener claro de qué lado estamos, aún sabiendo que muchos de nuestros compañeros de ruta en este tramo tienen concepciones políticas y económicas que no coinciden con las nuestras. Pero es necesario garantizar la vigencia de la república para que quede garantizado el espacio apropiado para poder participar de debates por las cuestiones de fondo. Porque sin república no hay debate y sin debate no hay margen para que los liberales expresemos nuestras posiciones.

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