jueves, 9 de junio de 2011

Los problemas de la economía argentina requieren soluciones simples

Empieza a cobrar cuerpo la idea de que, después de las elecciones presidenciales de octubre, el gobierno que emerja deberá adoptar medidas para resolver el problema del supuesto desfasaje que afecta al tipo de cambio como consecuencia de la persistente inflación. Ante este cuadro de situación los diferentes economistas tienen, cada uno de ellos su respectiva receta. En general, todos oscilan en la duda entre promover una devaluación de la moneda o no hacerla para no exponerse al riesgo de que se produzca una estampida inflacionaria aún mayor a la que hay actualmente. Entonces, proponen, cual grandes maestros de la cocina financiera, una devaluación gradual y un programa antiinflacionario...

El problema de fondo es que nadie plantea el problema en su correcta consideración. Lo que se debe hacer, sencillamente, es equilibrar las cuentas fiscales, cortar de cuajo la emisión de pesos, dejar flotar el tipo de cambios y garantizar plenamente el derecho de propiedad. Con ese simple paquete de medidas, que involucra una sustancial reducción de impuestos –que quizá no pueda ser abrupta pero que debe ser persistente- la propia dinámica del sistema resuelve todos los problemas. No hacen falta tantas alquimias pseudo-intelectualoides para resolver un problema que, en rigor, es sencillo. Con este esquema de gestión, la calidad de vida de la población irá mejorando gradualmente y el crecimiento y el desarrollo de la economía serán sustentables en el tiempo, sin necesidad de tener que estar constantemente dedicándole esfuerzos y energías a tratar de actualizar los salarios y los precios, tratando de no aumentar demasiado para que la inflación no se descontrole por completo y que los costos no sean excesivamente altos para que la actividad económica sea posible.

Por cierto que el próximo gobierno deberá adoptar medidas económicas para corregir las tonterías que realiza el actual. Pero sería bueno que no reemplace los disparates de este gobierno por otros desaguisados diferentes. Lo que necesitamos es un gobierno que se atenga a la realidad, no uno que sueñe con utopías absurdas. Tal vez se podría definir a la economía como “el arte de atenerse a la realidad”. De eso se trata el problema, esencialmente. El punto de partida, por supuesto, es sincerar los números. El INDEC debe volver a decir la verdad. De allí en adelante sobrevendrá, espontáneamente, la posibilidad de reordenar todo la dinámica de la economía.

Es indudablemente cierto que, durante algún tiempo, como consecuencia de los elevados índices de pobreza existentes, será necesario sostener algunas políticas de asistencialismo del estado por el sencillo motivo de que la gente necesita comer todos los días, los niños deben ir a la escuela, quienes tengan problemas de salud deben ser atendidos. Pero en la medida en que se sinceren las variables económicas y se apliquen los mecanismos institucionales que favorecen la inversión productiva de riesgo en el marco de un sistema de competencia abierta, los problemas que hay actualmente irán desapareciendo sin necesidad de estar pensando en el tipo de cambio, en esta o aquella variable macroeconómica, en las idas y vueltas de los índices estadísticos, etc.

La economía crece y la calidad de vida de las personas mejora merced a las inversiones que se producen como consecuencia del afán de lucro de los empresarios. Esta es la clave de toda la cuestión. Dejen que los empresarios ganen dinero y todo lo demás se produce por añadidura. Creemos las condiciones para que la gente se capacite porque eso es lo que ayuda a que cada individuo se incorpore al mercado laboral con calificaciones que le permitan aspirar a mejores retribuciones y naturalmente, sin forzarlo, todo el sistema económico se irá reacomodando con beneficios para todos.

El próximo gobierno deberá realizar, en todos los ámbitos de su gestión, una tarea de reordenamiento del sistema social. La economía es uno de los aspectos centrales de su gestión porque de ella dependen la disponibilidad de recursos para todas las demás actividades. Pero la solución no es tan compleja ni tan rara. Sólo se trata de volver a los principios clásicos. Lo demás viene solo. Porque cuando se quieren intentar maniobras antinaturales es cuando se generan los conflictos que luego derivan en crisis inmanejables.

1 comentario:

  1. La dinámica del mercado es el saqueo sin Estado. De ahí la inflación, la real por emisión de billete y la del terrorismo económico monopólico, a lo cementera Loma Negra.

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