jueves, 8 de septiembre de 2011

La productividad del campo no depende de la nacionalidad del propietario

El proyecto que limita la posesión de tierras por parte de extranjeros carece por completo de sentido económico. No tiene ninguna lógica que una persona determinada no pueda poseer tierras en la cantidad que lo desee. El hecho de que el gobierno esté promoviendo este proyecto demuestra un completo desconocimiento del modo en el que opera la economía.

La tierra es, esencialmente, un bien de capital. Por sí sola, carece de valor económico alguno. Para que la tierra sea productiva, debe ser trabajada. A los efectos económicos, es conveniente que el trabajo agrícola tenga el mayor índice de productividad posible. De ese modo, se optimizarán los rendimientos que la tierra produzca y eso derivará en la generación de capitales que estarán disponibles para ser reinvertidos y, de ese modo, aumentarán el caudal general de productividad de la economía. El hecho de que el propietario de la tierra donde este proceso se produzca sea argentino o extranjero, a los efectos del proceso económico, es indiferente. La calidad y la productividad del trabajo agrícola no dependen de la nacionalidad del propietario del campo sino de la eficacia con que el terreno sea explotado. Las vacas no producen menos leche porque el dueño del campo sea alemán y no argentino.

A la Argentina, a quienes vivimos en la Argentina, nos conviene que el campo sea altamente productivo y rentable. Si quienes están en condiciones de lograr esos resultados son extranjeros, bienvenidos sean. No nos conviene impedir que aquellos que estén en condiciones de incrementar la producción de la tierra tengan limitada su posibilidad de ejercer la propiedad de todo el campo que deseen. Cuanto mayor sea su capacidad de extraer rentabilidad al campo, mejor será para la economía argentina y, por lo tanto, para la calidad de vida del pueblo.

Pero si se aplica una limitación a la propiedad de la tierra, se podría estar impidiendo que quienes más capacidad productiva tengan, sean quienes desarrollen su potencial y, por lo tanto, se estaría privando a la sociedad de los beneficios que esa productividad no realizada pudiera proporcionar. Cuanto más productivo es un campo, mayores son las ganancias que obtendrá su propietario y, por lo tanto, más elevada será la tasa de capitalización global de la economía, con el consecuente beneficio general que el proceso de capitalización trae aparejado. El proyecto que impulsa el gobierno, cualesquiera sean los motivos que lo fundamentan, implica la puesta en riesgo de esta posibilidad. En lugar de crear condiciones que favorezcan el incremento de la productividad, el proyecto que el gobierno impulsa produce el efecto opuesto.

El proyecto que limita la posesión de tierras por parte de extranjeros no responde a ninguna lógica económica coherente. Por supuesto que se trata de una iniciativa que toca algunas fibras emocionales relacionadas con el nacionalismo pero la creación de las condiciones apropiadas para promover el progreso del país y el bienestar del pueblo demandan consideraciones más racionales y basadas en una mayor precisión técnica que el mero sentimiento inspirado en un nacionalismo primitivo.

A pesar de la inconveniencia de que esta iniciativa sea sancionada, es altamente probable que el proyecto de ley de tierras finalmente prospere en el Congreso. Los legisladores no son gente lúcida, que comprenda la naturaleza técnica de las cuestiones que deben tratar. Es lamentable tener que decirlo pero los parlamentarios argentinos tienen un bajísimo nivel de preparación técnica. Por eso es previsible que aprueben este inoportuno proyecto. En lugar de analizar detenidamente las consecuencias de lo que hacen, se dejan llevar por sus emociones primitivas. Quince millones de pobres son la natural consecuencia de tanta ineptitud. Pero la relación entre este tipo de medidas y el nivel de marginalidad social existente es muy estrecha. Quizá el interés del gobierno sea, precisamente, que la pobreza nunca sea erradicada. De ese modo, probablemente, continúe ganando elecciones.

4 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con tu valoración. Sólo le añadiría que la tierra en Argentina es atractiva como inversion por estar subvaluada debido a la dificultad de sus dueños para explotarla libremente. Por lo que en lugar de prohibir la venta de tierras deberían dejar que ese capital se desenvuelva a toda su potencialidad, y asi logren un valor mayor que haría menos tentador su venta.-
    Hoy conviene vender el campo y con ese dinero comprar unos departamentos en el ciudad y vivir de rentas como los Kirchner, en lugar de lidiar con la ganadería o la agricultura.-
    Mientras eso no se revierta, es inutil cualquier veda a las ventas de algo que esta barato.
    Un abrazo

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  2. Hay que ver un poco más allá..
    Pensando tanto en la fuga de Capitales qe genera, como en limitar para que más se puedan desembolver en ese sector.
    No es cuestión de pegarles porque piensan distinto.
    Si un grupo tiende al liberalismo y el otro no, no se puede criticar las decisiones que toma cada uno, porqe están basadas en esos pilares. A lo sumo no estar de acuerdo con los principios.
    Mi opinión. Abrazo!

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  3. Sin conocer el texto del proyecto, te puedo asegurar que es una payasada, como son payasos los legisladores.- NADIE puede prohibir a nadie que tenga las tierra que quiera.- SOLO HAY QUE EXIGIR QUE ESA TIERRA PRODUZCA y no esté sujeta a la especulación con su precio.- esto se resuelve de una sola manera: CON EL IMPUESTO A LA RENTA NATURAL EN LAS TIERRAS RURALES Y URBANAS.- ¿no lo quieren ver o no les conviene ver?

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  4. Totalmente de acuerdo con el artículo esta vez. La tierra en manos de quien mejor la haga producir, aunque no sean argentinos.Y lo vengo manifestando en todos los ámbitos, Alejandro, a riesgo que me llamen vendepatria. Lo mismo le decían a mi padre cunado se oponía al monopolio de YPF.

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