viernes, 26 de noviembre de 2010

El "efecto velorio" tiene alcances limitados.


La viudez de Cristina Fernández se ha convertido, por estos días, en el dato central del escenario político. Todas las encuestas demuestran que la popularidad de la Presidenta ha crecido exponencialmente desde la muerte de su marido. Se trata de un hecho absolutamente irracional pero las irracionalidades también forman parte de las circunstancias políticas y de las conductas humanas. La misma Señora que el 26 de octubre era para mucha gente una persona desagradable y criticable, se convirtió, por un factor de carácter personal, en una Presidenta estimable y popular. No es la primera vez que sucede algo así y, seguramente, no será la última.

La Señora no gobierna desde la muerte de Kirchner de un modo sustancialmente diferente a como lo hacía antes del fallecimiento de su marido. Por lo tanto, no hay motivos perceptibles como para que la imagen que el pueblo tiene de su gestión sea diferente. Hay un comprensible sentimiento de consideración personal que deriva en una mayor tolerancia hacia su gestión de gobierno. Eso es lo que las encuestas reflejan. La pregunta que cabe formularnos es qué alcance tiene este sentimiento.

Para los militantes gubernamentales, el hecho de que las encuestas reflejen una ostensible elevación de la imagen de la Señora es un síntoma de que, a pesar del fallecimiento de Kirchner, el oficialismo podrá emerger como ganador de las próximas elecciones. Pero faltan once meses para las elecciones. El interrogante que se plantea es si las siempre volubles y tornadizas preferencias populares seguirán siendo las mismas cuando llegue el día de votar. Porque así como la opinión pública hizo levantar los guarismos favorables a la Señora de un día para el otro por el simple hecho de haber enviudado, del mismo modo esa opinión pública puede empezar a dejar atrás ese factor y dar mayor relevancia a la inflación, la inseguridad y la corrupción que constituyen los rasgos característicos de la gestión de la viuda de Kirchner.

¿Cuánto puede durar el “efecto velorio”? Es muy dudoso que subsista eternamente. La señora Cristina es la viuda de Kirchner, no la viuda del pueblo argentino. ¿Seguirá este efecto vigente para marzo, cuando haya que tomar las decisiones críticas en términos de candidaturas electorales? Permítasenos ser escépticos en este sentido. El sentimiento de consideración personal hacia la Presidenta es entendible pero, en términos políticos, es una cuestión irrelevante. Es altamente probable que, cuando llegue el momento de definir posicionamientos con vistas a las próximas elecciones, primen las consideraciones eminentemente políticas y no los sentimientos de condolencia. La muerte de Kirchner modificó el escenario político porque –aunque hasta ahora el gobierno no lo haya demostrado- habilitó un escenario de negociación interna en el peronismo. La movida de Reutemann, al alejarse del peronismo disidente, es un “guiño” hacia el kirchnerismo, que puede así permitirse una negociación que, en vida de Kirchner, hubiera sido impensable.

La postura intransigente del gobierno en estas últimas semanas no debe ser tomada como irreversible. Era lógico que, ante la posibilidad de que las corrientes opositoras intentaran aprovechar la muerte de Kirchner para acorralar al oficialismo, la respuesta del kirchnerismo haya sido abroquelarse y defender su posición “a capa y espada”. La pusilanimidad de la oposición le facilitó mucho la tarea, por cierto. Pero si el kirchnerismo quisiera sostener en el tiempo esta línea política, todos los rechazos que generó en los últimos años reaparecerían con mayor virulencia. A una viuda se le puede tener cierta consideración personal pero si persisten la inflación, la inseguridad y la corrupción, no hay margen para imaginar que se le seguirá prestando apoyo electoral. Por todo esto, no cabe suponer que el “efecto duelo” vaya a tener más que una vigencia circunstancial. Y, cuando ese impacto emocional haya pasado definitivamente, las encuestas volverán a reflejar el rechazo mayoritario del pueblo hacia el kirchnerismo. Será entonces cuando habrá que considerar seriamente el escenario electoral para octubre de 2011.

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