lunes, 22 de noviembre de 2010

La inflación erosiona al gobierno y potencia a Reutemann


Es un hecho objetivamente perceptible que, después de la muerte de Néstor Kirchner, la posición política del gobierno experimentó una consolidación. Lo demuestran las encuestas que han trascendido (aunque varían en los números, todas coinciden en que la muerte de Kirchner derivó en una mejoría de la imagen de la Presidenta) y se verifica en los hechos que las dificultades de la oposición para coordinar una acción conjunta se acentuaron a partir del 27 de octubre. Este debilitamiento de la oposición, sumado al hecho de que la Presidenta se ha hecho definidamente cargo del liderazgo de su sector político, ha provocado, por comparación, un fortalecimiento del oficialismo. Las encuestas reflejan este fenómeno aunque la interpretación suele ser errónea, diciéndose que la Presidenta mejoró su imagen porque a la gente le da lástima que se haya quedado viuda. Quizá sería más acertado decir que, ante el escenario de incertidumbre que la muerte de Kirchner provocó, hay una tendencia espontánea a aferrarse a la única certeza que hay, que es la existencia de este gobierno. Como cualquier persona normal le teme a la anarquía y lo único que hay es Cristina, un buen número de personas apoya a Cristina porque es lo único que le queda. Esa es la explicación al crecimiento de la Presidenta en las encuestas de imagen.

El interrogante que surge es si se trata éste de un fenómeno permanente o pasajero. ¿Tendrá en marzo la Presidenta la misma buena imagen que muestra en noviembre? El proyecto kirchnerista tiene un talón de Aquiles muy vulnerable, que es la inflación. Se trata de un factor absolutamente determinante y que tiene una influencia fulminante. Alfonsín no pudo estabilizar nunca su gestión por no poder controlar la inflación y Menem pudo sostenerse por más de diez años porque los precios no se movían. Mientras la inflación, no se descontroló, el kirchnerismo logró sostenerse pero a medida que los índices reales fueron subiendo, el actual gobierno fue perdiendo adhesiones. La coyuntura ha determinado, por las razones explicadas más arriba, que la posición del gobierno se ha fortalecido después de la muerte de Kirchner. Pero ¿cuánto puede durar este fenómeno en un contexto de inflación persistente?

El dirigente opositor que, con más habilidad se movió después de la muerte de Kirchner fue, una vez más, Carlos Reutemann. Hay mucha gente que subestima al Lole porque habla poco, elude las definiciones precisas y no se mezcla en el conventillo político cotidiano. En un contexto de tanta degradación de la vida política, esa toma de distancia, paradójica pero comprensiblemente, constituye un factor de prestigio para Reutemann porque le permite diferenciarse. Y éste es un dato que no debe ser soslayado para la hipótesis –altamente probable- de que la imagen del gobierno se desdibuje por completo si no logra controlar la inflación.

La posibilidad de que el kirchnerismo controle la inflación parece muy lejana. La aplicación de métodos de gestión económica que irremediablemente provocan inflación es consustancial al kirchnerismo. El gobierno necesita disponer de fondos para financiar el clientelismo. Pero como a pesar de todos los artilugios esos fondos son insuficientes, debe recurrir a la emisión de moneda, factor generador de inflación. Cuando la incapacidad del kirchnerismo para controlar la inflación se ponga en evidencia, la imagen de la Presidenta volverá a caer en picada. Y en ese contexto, el hecho de que Reutemann esté disponible como alternativa del peronismo aparece como la perspectiva más firme frente al escenario electoral del año próximo.

No hay margen para esperar con razones inteligibles que el gobierno logrará controlar la inflación. La propia dinámica en la que está inmerso lo lleva a sostener la emisión monetaria y, en ese contexto, la inflación es inevitable a pesar de las fantasías pactistas entre empresarios, sindicatos y gobierno con las que la Señora ensueña entre las sábanas de su cama de la Quinta de Olivos. Sólo es cuestión de unos meses para que las fantasías queden en evidencia. Y entonces el kirchnerismo empezará a ser sólo un mal recuerdo.

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