martes, 2 de noviembre de 2010

La Presidenta merece un crédito


El discurso que la Presidenta pronunció ayer resultó equilibrado. No contuvo agravios, por ejemplo, algo inusual en la “discursología” habitual del kirchnerismo. Es lógico que la Señora haya reivindicado la persona, la trayectoria y el gobierno de su marido, no sólo porque haya sido su esposo sino también porque ambos compartieron muchos años de vida política entremezclada con realizaciones personales. Es humanamente entendible que Cristina Fernández reivindique lo que fue su propia vida. No se podía esperar otra cosa.

Es posible que algunos puristas del liberalismo u opositores acérrimos no quieran reconocer valor alguno en el discurso que la Presidenta pronunció anoche. Es muy fácil, desde una posición extrema e intransigente, encontrar todos los defectos que están presentes en la gestión del gobierno y que seguramente no desaparecerán hasta el día en que la Señora deje el cargo. Pero la vida política se nutre de hechos reales y no de posiciones ideologizadas, de tendencias y no de valores absolutos. En este sentido, el discurso que la Presidenta pronunció ayer estuvo a la altura de las circunstancias y mostró una evolución positiva respecto del rumbo que el gobierno mostraba hasta antes del miércoles pasado.

El responsable del clima de confrontación y persecución que el gobierno había instalado era Néstor Kirchner. La muerte de Kirchner podría tener un efecto moderador sobre el rumbo del gobierno y el discurso que la Presidenta pronunció anoche es consistente con esa hipótesis. La gestión de Cristina Fernández, hasta el miércoles 27, estuvo condicionada por las orientaciones fijadas por su marido. Ahora, la Señora está en condiciones de decidir por sí misma. Que Kirchner haya sido un canalla no da motivo para endosarle a su esposa las mismas responsabilidades, en particular por lo que suceda de aquí en más. La Señora tiene un crédito abierto. El tiempo y la marcha de los acontecimientos demostrarán si ella estuvo a la altura de las circunstancias.

La negativa a otorgarle a Cristina Fernández un crédito político revelaría en quien así actúe un grado de mezquindad y estrechez de visión análogos a los que mostraba Kirchner y que lo hacían merecedor de un fuerte repudio. La Señora, en medio de su dolor, mostró ayer una actitud más equilibrada que la habitual. No confrontó. Por supuesto que reivindicó a su marido y a quienes se acercaron a despedirlo. Tampoco la Presidenta hizo vanas convocatorias al “diálogo” o a la “unión nacional”, conceptos que no hubieran convencido ni al más ingenuo. El discurso pronunciado ayer por la Presidenta fue realista en términos personales –porque asumió plenamente su responsabilidad sin soslayar su entendible dolor personal- y en términos políticos porque no prometió más de lo que razonablemente cabe esperar pero tampoco proyectó un rumbo tan negativo como para que no se le pueda conceder un crédito temporal.

Por supuesto, la Presidenta tampoco tiene un “cheque en blanco”. Ella deberá ratificar con sus acciones que es merecedora de ese crédito y deberá trabajar para obtener la consideración de la ciudadanía. Pero hay margen como para no condenarla “a priori”. El kirchnerismo, como movimiento político, está acabado con la muerte de Kirchner. La Señora no tiene futuro político. Los que la reivindican como futura candidata en 2011 están en un grosero error. Pero existe la posibilidad de que Cristina Fernández concluya su gestión con decoro y dignidad, dejando atrás, en nombre de la memoria de su marido, todos los desencuentros que Néstor Kirchner desvergonzadamente motorizó. La vida y la política a veces dan lugar a que se sucedan estas paradojas.

1 comentario:

  1. Ojalá tengas razón...pero las mafias que la rodean no me dan mucha esperanza. UN ABRAZO

    ResponderEliminar