lunes, 15 de noviembre de 2010

La inflación requiere soluciones compatibles con la realidad, no con los libros


La inflación es ¿quién lo duda? uno de los mayores problemas políticos de Argentina, seguramente junto con la inseguridad. Y es también la inflación uno de esos temas en los cuales las dificultades de los liberales argentinos para insertarse en la realidad se manifiesta más ostensiblemente. Vale por lo tanto la pena dedicarle unas líneas a reflexionar sobre el tema.

Los autores liberales más prestigiosos formulan propuestas muy ambiciosas y muy elaboradas técnicamente para promover un ordenamiento monetario más sano: empleo del patrón oro como base universal del sistema monetario, privatización de la emisión de monedas, disolución de los bancos centrales, etc. Todas esas medidas, apropiadamente llevadas a cabo, seguramente darían como resultado práctico un ordenamiento monetario más sano, más estable, más previsible y más sustentable. Lo más importante de todo es que ese sistema monetario garantizaría de un modo más eficaz los derechos individuales de los ciudadanos, los protegería contra los abusos de los burócratas estatales y daría lugar a un crecimiento más sostenido y consistente de la economía, con el consiguiente efecto de un incremento en el bienestar generalizado. No hay duda de que sería altamente deseable que las ideas de los pensadores liberales sean puestas en práctica porque los beneficios que esas iniciativas traerían aparejadas las tornarían altamente recomendables.

El problema es que hay mucha gente a quien la inflación le preocupa pero no está de acuerdo con la aplicación de las ideas de los teóricos del liberalismo. Y como los liberales somos una absoluta minoría, es inimaginable que las ideas de los teóricos del liberalismo sean puestas en aplicación aquí y ahora. Pero la inflación que deprecia el dinero que cada uno de nosotros tenemos en el bolsillo sí nos afecta aquí y ahora. Por lo tanto, tenemos que promover soluciones aquí y ahora, en un lugar y en un momento donde las propuestas de los teóricos del liberalismo no tienen consenso.

Es falso que la inflación no se pueda controlar en el marco del actual sistema monetario. Los hechos así lo demuestran. La inflación, en la actualidad, es un problema en muy pocos países. Aún en aquellos como España y Francia, donde la economía está empantanada como consecuencia del estatismo exacerbado, no hay problemas inflacionarios significativos. En general, en el mundo entero, el Banco Central está independizado del poder político –al menos, en cuanto a la preservación del valor de la moneda- y los niveles de inflación son muy bajos, compatibles con un desenvolvimiento económico razonablemente sano. Por supuesto que todos los gobiernos se exceden en los gastos y que se financian con impuestos que confiscan arbitrariamente a los ciudadanos. Pero, al menos, roban a valores constantes y no a valores indexados. Hasta para abusarse de los ciudadanos hay un primer y un tercer mundo.

La cuestión es que los liberales no vamos a poder contribuir a resolver el problema de la inflación si planteamos propuestas brillantes en el terreno de la literatura política y económica pero inaplicables en el campo de la política y la economía prácticas, reales, concretas y cotidianas. No está mal que conozcamos y reivindiquemos los estudios de los pensadores liberales. Pero es un error táctico pretender que esas ideas sean llevadas a la práctica aquí y ahora por la sencilla razón de que esa pretensión no tiene la más mínima chance de encontrar consenso y, por lo tanto, resultará extemporánea, fuera de contexto, inviable.

Una buena táctica para el liberalismo es que reivindiquemos la plena independencia y el manejo eficiente en términos técnicos del Banco Central y que fiscalicemos severamente el cumplimiento de las condiciones necesarias para que la moneda no se deprecie. Esa es una postura política viable, adaptada a la realidad concreta, susceptible de ser realizada aquí y ahora. Esta postura no excluye que, en etapas posteriores, cuando la oportunidad sea más propicia, reivindiquemos las ideas de los teóricos del liberalismo. Pero, mientras tanto, si logramos que se apliquen políticas apropiadas en lo inmediato, le estaremos prestando un valioso servicio al pueblo y, de ese modo, empezaremos a ganarnos su confianza, lo cual nos permitirá, a su debido tiempo, proponer iniciativas liberales más profundas con más perspectivas de que obtengamos la adhesión popular.

1 comentario:

  1. Excelente Alejandro. Totalmente compatible con la diferencia entre corto, mediano y largo plazo, y con las políticas de transición. En este país, comenzar con un banco central independiente y moderado, presidido, por ejemplo, por un Lopez Murphy, ya sería un recontra-lujo. Luego vendrían las otras etapas.
    Lo único que yo cambiaría es el título...... :-))

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