lunes, 1 de noviembre de 2010

Se empieza a notar la ausencia de Kirchner...


El secretario general de la CGT, Hugo Moyano, y el presidente de la Unión Industrial Argentina, Héctor Méndez, acordaron el jueves pasado –es decir, al día siguiente del fallecimiento de Néstor Kirchner- la postergación hasta 2011 del tratamiento del proyecto presentado por el diputado moyanista Héctor Recalde, destinado a reglamentar la participación de los empleados de las empresas en las ganancias empresariales. Este es el primer hecho político concreto que ha sucedido después de la muerte de Kirchner y pone de manifiesto el cambio de escenario sucedido a raíz del fallecimiento del ex presidente.

No se han conocido, por lo menos en público, los detalles del acuerdo Moyano-Méndez. No se sabe qué argumentos de persuasión y convencimiento empleó Méndez para lograr que Moyano acceda a retirar un proyecto que él mismo fogoneaba intensamente. Pero está claro que la muerte de Kirchner fue un factor determinante para que el líder camionero diera un paso atrás. Sin Kirchner, la posibilidad de obtener los apoyos parlamentarios para asegurar la aprobación de semejante iniciativa era absolutamente incierta. Era Kirchner quien manejaba las voluntades de cientos de legisladores por medio de los más variados mecanismos de presión, influencia, coacción, seducción y/o corrupción. La ausencia de Kirchner hace desaparecer el factor determinante del devenir político en general y parlamentario en particular desde hace siete años. Consecuentemente, sobreviene un estado de incertidumbre ante el cual Moyano prefirió “bajar” un proyecto cuyo destino se había tornado incierto y Méndez aprovechó la coyuntura para acordar el congelamiento de la iniciativa.

Con Kirchner en vida, nada de esto hubiera sucedido. Es previsible pensar que Kirchner apoyaba esa iniciativa, aunque no había sido quien la impulsaba. Pero, dado el rumbo político que Kirchner seguía, estaba en la lógica de los acontecimientos que viera con buenos ojos una iniciativa que tendía a afectar los derechos de los empresarios. Moyano no hubiese lanzado semejante proyecto, con toda la carga de conflictividad que implicaba, si no creyera contar con el acompañamiento de Kirchner. Al faltar ese apoyo, Moyano aceptó “mandar al freezer” el proyecto que Recalde estaba operando.

En buena medida, este episodio puntual muestra cómo, sin Kirchner, la política no será la misma. Al faltar el factor que empujaba el desarrollo de la gestión del gobierno, el oficialismo perderá cohesión, bríos, sentido de la estrategia y capacidad para aprovechar las oportunidades. Lo que falta, en resumen, es liderazgo, algo que, por mucho que se esfuerce, la Señora no tiene –al menos, en la magnitud de su marido- porque se trata de una condición que no se “compra en farmacias”.

En este mismo espacio, el viernes pasado, antes de que trascendiera el acuerdo Moyano-Méndez, habíamos señalado que, “sin Kirchner, el kirchnerismo se termina”. Este dato puntual, el primero concreto que se conoce desde la muerte de Kirchner, muestra de manera elocuente que la marcha de los acontecimientos no será ya la misma. No es posible todavía definir un perfil claro que explique cuál será el rumbo del gobierno de ahora en más. Es necesario evaluar poco a poco el cuadro sobreviniente. Pero es bueno, como parte de ese trabajo de análisis, ir tomando nota de los datos que se van manifestando. De la sumatoria de esos datos irán surgiendo las conclusiones que corresponda extraer...

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