viernes, 29 de octubre de 2010

Sin Kirchner, el kirchnerismo se termina...


La muerte de Néstor Kirchner probablemente tenga un efecto estabilizador sobre el escenario político. Es posible que este fenómeno no se perciba durante las primeras dos o cuatro semanas, cuando los sectores más radicalizados del kirchnerismo intentarán operar sobre la Presidenta para que “profundice el modelo” porque “eso es lo que Néstor hubiera deseado”. Pero ni bien este curso de acción comience a avanzar, las dificultades para llevarlo adelante se pondrán en evidencia y, más bien por falta de alternativas que por convicción, es probable que la Señora se vea obligada a reconsiderar el rumbo se su gestión.

Si Kirchner, el kirchnerismo no tiene futuro, al menos inmediato. Néstor Kirchner era la fuerza motora y galvanizadora de todo ese conjunto heterogéneo de cuadros políticos, sindicales y sociales que constituyen su movimiento. La ausencia de la fuerza que los nucleaba no deja mucho margen para nada que no sea la disgregación. Es humanamente entendible que el primer impulso sea el de sostener el rumbo que Kirchner le imprimía a todo el conjunto pero se trata de una actitud instintiva, emocional, irreflexiva. Ni bien las pocas cabezas más criteriosas con las que el gobierno cuenta –una de las cuales es la de la propia Presidenta- se hagan cargo del cuadro de situación sobreviniente, está en la lógica de los acontecimientos que el rumbo que Kirchner imprimía al gobierno no podrá ser sostenido sin la presencia de la persona que le daba vida y que lo más prudente es procurar administrar la gestión con prolijidad durante los 13 meses que restan hasta el final del mandato de la Señora.

Si el gobierno intentara seguir adelante con el avasallamiento que Kirchner practicaba, se encontrará con que carece de la fuerza propulsora y de la visión estratégica que el fallecido ex presidente le insuflaba y, al mismo tiempo, con que todas las corrientes políticas, empresariales, mediáticas, judiciales, sociales, etc. que mantenían una postura crítica respecto del gobierno, se encuentran en una posición aún más firme, a favor de la propia debilidad del gobierno. En ese contexto, será prácticamente imposible mantener la cohesión de la propia tropa, que preferirá alejarse para buscar cada cual su propio destino individual. El kirchnerismo persistirá en la memoria colectiva de algunos sectores de la sociedad como una época romántica y colmada de sueños que el destino quiso que fueran irrealizables, quizá dando lugar a la aparición de una nostalgia similar a la que provoca para algunos la figura del “Che” Ernesto Guevara. Para esos grupos, Kirchner probablemente pase a ser un mito. Pero, en términos prácticos, la influencia del kirchnerismo, al menos por el momento, irá menguando hasta diluirse casi por completo.

Algunos temen que el sindicalista Hugo Moyano aparezca como una figura consolidada y dominante del escenario político pero es poco probable que algo así suceda. Moyano carece por completo de consenso político propio y su crecimiento político de los últimos tiempos estuvo sustentado en su alianza con Néstor Kirchner. La ausencia de Kirchner deja a Moyano sin su principal base de sustentación en el terreno político y lo obliga a recostarse únicamente en sus apoyos sindicales. Por lo demás, en el terreno sindical, Moyano es fuertemente resistido y su futuro en ese propio ámbito es incierto. No se puede crecer políticamente teniendo como único medio de gestión a la prepotencia. Ese es un límite que Moyano no está en condiciones de superar y por eso se respaldaba en la innegable capacidad política de Kirchner. Al faltarle ese sostén, la posición de Moyano también queda automáticamente debilitada.

Por último, está en el interés de la oposición ofrecerle a la Presidenta un acuerdo tácito por el cual, en tanto ella no intente seguir adelante con la política de avasallamiento que Kirchner practicaba, los opositores no le pondrán “palos en la rueda” y la ayudarán a llegar decorosamente al final de su mandato, una propuesta que, para la Señora es sumamente atractiva porque, fallecido su marido, el amor infinito de su vida, no cabe pensar que tenga otro deseo que retirarse dignamente a la vida privada y elija dar por concluida su vida política personal. Este conjunto de circunstancias avala la hipótesis inicial de que la muerte de Kirchner probablemente tenga un efecto estabilizador sobre el escenario político. Mientras tanto, se irán perfilando las opciones para las próximas elecciones presidenciales pero ése es otro análisis.

5 comentarios:

  1. ►Excelente nota, la leeré en mi programa radial hoy mismo.

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  2. Interesantes hipótesis y las opciones que señalás, habra que ver si le confrontacion no es esencial a la supervivencia del modelo, y si un transito negociado hasta el finel del mandato no es percibido como un signo de debilidad. Recordemos que la imagen de debilidad era una obsesión de Nestor.

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  3. Gracias por sus participaciones, muchachos!!!

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  4. Doxa. Primeros números de imagen positiva de Cristina: 68,5 %. Se hizo anoche 1.000 casos, AMBA. La última medición era 43,8%... Nos vemos en las urnas

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  5. "no se ilusionen, la mujer es una leona"

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