viernes, 8 de octubre de 2010

Se viene un futuro mejor


La situación general de nuestro país seguramente comenzará a mejorar una vez que concluya el ciclo de gobierno del kirchnerismo. Es factible que muchos no compartan o tengan una mirada escéptica respecto de la validez de este pronóstico. Sin embargo, existen argumentos como para darle sustento a esa apreciación.

El kirchnerismo es un intento sistemático de implantar en Argentina un régimen autoritario donde la vigencia de todos los derechos quede anulada y sujeta a la voluntad del gobierno. Este proyecto es antagónico con la orientación que el pueblo argentino eligió seguir a partir de 1983, cuando taxativamente se pronunció por la vigencia de un sistema basado en el estado de derecho a través de la elección de Raúl Alfonsín por sobre Italo Lúder en las elecciones presidenciales de ese año. Desde entonces hasta ahora, la sociedad argentina ha venido tratando –con grandes dificultades, por cierto- de darle consistencia concreta a esa decisión inicial.

El kirchnerismo representa a todas las corrientes de la sociedad que se oponen a la vigencia de un ordenamiento republicano y todo lo que éste representa. La agresión sistemática del actual gobierno a las instituciones de la república ha provocado, por oposición, la aparición de una revalorización de esas instituciones. Y ese fenómeno es el que hace presumir una mejoría en la situación general del país. Una vez concluido el gobierno kirchnerista ya no habrá margen para que los futuros gobiernos tengan aspiraciones hegemónicas. La alternancia republicana quedará definitivamente consolidada como el ordenamiento vigente, ya no sólo como una expresión declamativa sino como un hecho arraigado en el sentimiento y en las convicciones colectivas.

En este contexto, en un ordenamiento democrático consolidado y sin espacio para las aspiraciones hegemónicas –algo que jamás sucedió en la historia argentina- los mecanismos autocorrectivos que son característicos de la democracia irán ejerciendo gradualmente su influencia. No será fácil, no será un recorrido exento de dificultades y seguramente habrá muchas iniciativas discutibles y desaconsejables. Pero estará garantizado el marco para el ejercicio del debate. Y en ese contexto sucederá, como siempre ocurre, que las buenas ideas irán, a la larga, desplazando gradualmente a las ideas inconvenientes, principalmente porque habrá la posibilidad de evaluar racionalmente los resultados.

Este proceso no será lineal. Habrá, indudablemente, marchas y contramarchas, vacilaciones, desviaciones, dudas, estancamientos y errores que deberán ser corregidos más tarde. Pero habremos iniciado un proceso promisorio. El futuro de nuestro país no es tan malo aunque a simple vista la mayoría no lo perciba de ese modo. Sin embargo, en medio de la incertidumbre, pueden entreverse perspectivas alentadoras. El tiempo y la marcha de los acontecimientos seguramente las pondrán en evidencia y las harán realidad.

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