viernes, 1 de octubre de 2010

Ley de medios: el verdadero eje del debate


La afirmación del canciller, Héctor Timerman, en el sentido de que "el eje del debate es ley de medios de la democracia o ley de la dictadura y no los dichos de Hebe", se aproxima bastante a la verdad, al menos en el sentido de la conveniencia y la legitimidad de la ley de medios sancionada por el kirchnerismo no depende de los exabruptos de la señora de Bonafini.

Los hechos son conocidos: el gobierno cree que su descrédito ante el pueblo se debe al hecho de que los medios del Grupo Clarín falsean la información que entregan y que si se limitara la influencia de esa empresa el pueblo valoraría la acción del kirchnerismo positivamente, lo cual le aseguraría al oficialismo el triunfo en las próximas elecciones. Como no se puede presentar públicamente los hechos de manera tan cruda, los K y sus lacayos revisten sus planes de argumentos que esconden sus verdaderas intenciones. La opción “ley de medios de la democracia o ley de la dictadura” esgrimida por Timerman constituye uno entre muchos de esos eufemismos.

Pero Timerman tiene razón cuando afirma que la vigencia o no de esa ley es el verdadero eje del debate. En la vigencia o no de esa ley queda planteada nada menos que la cuestión de si los medios de comunicación operarán en un ámbito de libertad o será el gobierno el que tendrá facultades para determinar quién tiene derecho a tener un medio y qué contenidos debe incluir en sus emisiones. La ley de medios sancionada por el kirchnerismo, al margen de las objeciones jurídicas que hasta ahora vienen demorando su puesta en aplicación, es una ley que cercena no sólo la libertad de las empresas de ofrecer los contenidos que consideren convenientes sino, lo que es el núcleo de la cuestión, limita la libertad de los consumidores para elegir qué empresas contratar y qué señales elegir de entre ellas. Esta cuestión, libertad o regulaciones gubernamentales es, como lo señaló Timerman, el verdadero eje del debate. En este contexto, los exabruptos de Bonafini son una anécdota. Pero la libertad de las empresas para ofrecer o no los productos que deseen y, lo que es más importante aún, la libertad de los ciudadanos para elegir qué emisoras desean ver y escuchar no es una anécdota. Ese sí es el verdadero eje del debate.

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