martes, 14 de diciembre de 2010

La situación de estancamiento en el caso de las tierras ocupadas tendrá costos políticos irreparables para el gobierno


Da la sensación de que el conflicto por las tierras usurpadas no tiene solución en el corto plazo y que tendremos que habituarnos a convivir con el hecho de que un grupo de invasores se haya apoderado de espacios que no les pertenecen, sin que haya margen para darle un corte definitivo al problema en forma inmediata. La causa de este estancamiento es que el gobierno nacional se ha autoimpuesto la decisión de no emplear la fuerza para desalojar a los intrusos, motivo por el cual carece del único argumento de disuasión ante el cual los sediciosos estarían dispuestos a ceder. Esa es la razón por la cual el problema, dentro del marco operativo fijado por el kichnerismo, no tiene solución posible y, por el contrario, tenderá a agravarse porque más grupos de marginales seguirán intentando ocupar predios, amparados en la inacción del gobierno.

En este cuadro de situación, muchos intentan responsabilizar de lo que está ocurriendo tanto al gobierno nacional como al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y a su líder, Mauricio Macri. Sin perjuicio de las muchas críticas que quepa hacerle a la gestión de Macri desde una perspectiva liberal, en lo referido a este caso hay que señalar que la conducta política de Macri ha sido coherente porque ha sostenido sin vacilaciones las dos posiciones esenciales que es necesario adoptar para resolver el conflcito: 1º) la negativa a negociar el otorgamiento de concesiones a los intrusos para evitar dejar sentado el precedente de que este es un método apropiado para obtener beneficios; 2º) la determinación a emplear la fuerza para desalojar a los invasores si se niegan a retirarse por medios pacíficos. Por supuesto, ambas posiciones están interrelacionadas. Sólo quien esté dispuesto a emplear la fuerza si eso resulta indispensable puede adoptar una postura intransigente como la que las circunstancias reclaman. Macri no tiene margen de maniobra para aplicar la política que él desearía porque no tiene a su disposición una fuerza de seguridad en condiciones de llevar adelante ese curso de gestión.

Es indudablemente cierto que la aplicación de la fuerza para desalojar el parque podría producir más víctimas de las que ya hubo y, por ese motivo, antes de recurrir a ese método, convendría intentar por todos los medios tratar de llegar a soluciones pacíficas. Una alternativa legítima sería la de rodear los terrenos intrusados e impedir el ingreso pero no la salida de cualquier persona, cortando los suministros de alimentos y agua pero, al mismo tiempo, ofreciendo comida y bebida a quienes salgan del predio usurpado. De ese modo, la situación de los intrusos se tornaría insostenible en poco tiempo y, a la vez, se les estarían creando incentivos para desalojar el espacio ocupado. Por supuesto que esta es una política de “mano dura” del tipo de las que el gobierno nacional repudia porque, según la postura kirchnerista, es violatoria de los derechos humanos. Pero precisamente como consecuencia de la política kirchnerista llegamos a esta situación, de modo que bien se impone un cambio de rumbo.

Pero por el momento no se vislumbra que el gobierno vaya a decidir un cambio de política, de modo que probablemente la situación no se resuelva y esto continúe así por tiempo indefinido. No es posible por el momento evaluar cuáles serán, pero es indudable que todo esto tendrá consecuencias importantes en términos políticos y que esas consecuencias seguramente incidirán en la evolución del problema. Si antes de que estas ocupaciones estallen el gobierno ya tenía un importante desgaste (aunque se hubiera revertido circunstancialmente por la muerte de Kirchner) esto seguramente terminará por hundir definitivamente la imagen y la intención de voto del oficialismo. Y en las grietas políticas que las ocupaciones de terrenos están dejando abiertas seguramente aparecerán los resquicios para que surjan proyectos que permitan dejar atrás de una buena vez a la lacra kirchnerista.

4 comentarios:

  1. Jaja!! y la objetividad te la olvidaste en el inodoro junto con el resto de tu cerebro..

    ResponderEliminar
  2. El uso de menores como escudo también dificulta cualquier accionar, pero recordemos que tras todo esto o existe una maniobra política recurrente (todos lo diciembres se incendia alguna villa o se apropian de terrenos) para obtener beneficios económicos, o se trata de un nuevo recurso golpista al no existir ya la opción militar.
    Plantarle muertos a la oposición parece haber funcionado en el pasado y es por eso que los K evitan cualquier confrontación, pero serían sumamente felices con la ausencia de Macri el próximo año.
    Perdón si soy muy superficial.

    ResponderEliminar
  3. "...tenderá a agravarse porque más grupos de marginales seguirán intentando ocupar predios, amparados en la inacción del gobierno..."
    Coincido, excelente nota. (Marcela T. Fernández Coronel)

    ResponderEliminar
  4. Me parece injusto descalificar a alguien desde el Anonimato.
    ¿Qué otra opción tiene la gente si el diálogo se limita al insulto?
    Las agresiones verbales fueron el primer paso de las muertes ocurridas en la década del 70.
    Von Clausevitz decía que la guerra es la continuación de la política por otros medios pero creo que fue Alberdi que dijo que "las guerras aparecen cuando fracasa la política".
    Aquí está fracasando la política.

    ResponderEliminar