jueves, 2 de diciembre de 2010

Los anuncios presidenciales demuestran los alcances pero sobre todo los límites de la política kichnerista


Los anuncios formulados recientemente por la Presidenta, que prometen continuar en los próximos días, ponen claramente de manifiesto los alcances y también los límites de la política kirchnerista. La Presidenta anunció -y proyecta ampliar esos anuncios en los próximos días-aumentos ocasionales para los jubilados que menores haberes perciben y para los beneficiarios de pensiones no contributivas (invalidez, vejez o madres de más de siete hijos) y un incremento en los montos y los alcances de la asignación universal por hijo. ¿Qué conclusión extraemos de todo esto? Pues, que el kirchnerismo da limosna para hacer más llevadera la pobreza pero no hace nada para eliminar esa misma pobreza.

Esta forma de actuar representa la esencia del populismo. La idea es que los pobres sigan siéndolo para que siga siendo posible manipularlos pero no que dejen atrás la pobreza porque eso los hará más independientes del gobierno y los puede llevar a adoptar posturas que no convengan a los intereses políticos del kirchnerismo. Por supuesto, este mecanismo sólo puede funcionar en el contexto de un pueblo que carece de esperanzas y de ilusiones a largo plazo, que no sueña con crecer, con evolucionar, con mejorar, con tener un futuro mejor. El kirchnerismo sólo puede existir en el contexto de una sociedad desilusionada, descreída, carente de proyectos y de ambiciones.

Pero además de aprovechar la coyuntura, el gobierno se encarga cuidadosamente de evitar que el pueblo pueda tener otras ambiciones que la mera obtención de una dádiva circunstancial porque se aproxima la navidad. La demagogia kirchnerista no deja margen para nada que no sea adormecer otras demandas que las inmediatas y superficiales, que cambian una pequeña situación circunstancial pero no modifican en absoluto la situación estructural de millones de personas.

Mientras tanto, el discurso de la Presidenta enfatiza en reprobar a los empresarios, que sobreviven como pueden –y en muchos casos también dependen de las dádivas gubernamentales aunque hay quienes sacan partido de ellas- porque se producen lo que la Señora llama eufemísticamente “tensiones sobre algunos precios” que no son otra cosa que aumentos desmedidos provocados por la emisión monetaria que la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont -sumamente allegada a Cristina Fernández, por cierto- desarrolla día a día para financiar ese mismo aparato clientelístico que el gobierno ha montado y que la demagogia presidencial exhibe como un logro trascendente en sus cotidianas apariciones por la cadena nacional.

El interrogante que se plantea es si todo este aparato y toda esta operatoria demagógica serán suficientes para ganar las próximas elecciones. Esto es algo que no está claro. Los tres factores que mencionamos en una nota reciente –la inflación, la inseguridad y la corrupción- indudablemente harán mella en las posibilidades electorales del gobierno. Pero para que el kirchnerismo pierda es necesario que sobrevenga alguien que le gane. Esa perspectiva por el momento no aparece consolidada y ese factor concluye por favorecer las expectativas del oficialismo que, al ofrecer unas pocas migajas, genera en mucha gente la ilusión de que le está yendo mejor y que, al menos, está obteniendo un pequeño beneficio. Y hay que comprender, aunque no la compartamos, esa posición. Quien no tiene otra alternativa es lógico que acepte lo que encuentra a mano y lo único que hay a mano por ahora son las limosnas kirchneristas. Para desactivar ese mecanismo sería necesario ofrecer una alternativa mejor. Ojalá que esa alternativa aparezca.

2 comentarios:

  1. Excelente análisis que me hace sentir representado.
    Yo incluyo, tal vez por ignorante, otra dificultad para desactivar el mecanismo y es que ya son siete años de educación primaria, secundaria y terciaria que hacen que muchos piensen a futuro que ésta es la salida política correcta y que, por lo tanto, su accionar representa a la democracia.
    Un abrazo

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