Los episodios de la semana pasada, cuando las presiones políticas determinaron la detención e inmediata liberación posterior del sindicalista Gerardo Venegas, son una expresión categórica, nítida y ostensible del grado de deterioro institucional al que el kirchnerismo nos ha llevado. Ese episodio, en sí mismo, pone en evidencia la necesidad imperiosa de terminar de una buena vez con el kirchnerismo y tratar de iniciar una nueva etapa en la que los valores republicanos vayan gradualmente siendo revalorizados.
El hecho de que las exigencias sindicales hayan obligado al gobierno a presionar al juez Norberto Oyharbide para que libere a Venegas antes de que la situación política se desborde, después de que el propio gobierno hubiera inducido al mismo magistrado para que encarcele al dirigente gremial ruralista, es una secuencia oprobiosa para la dignidad de nuestro país y, por supuesto, demuestra la absoluta falta de garantías jurídicas en el marco del sistema político vigente.
En el contexto político actual, el hecho de que Venegas haya resultado finalmente liberado es positivo porque representa una derrota para las aspiraciones hegemónicas del kirchnerismo puro, que pretende copar al movimiento justicialista para imponer a la fuerza la candidatura a la reelección de la viuda de Kirchner. En este contexto se libra la batalla que pretende imponer a Martín Sabbatella como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires en reemplazo de Daniel Scioli, a quien los ultrakirchneristas no consideran confiable.
Dando por hecho que todo este panorama representa la negación taxativa de todo lo que el liberalismo representa, debemos admitir que la victoria de los sectores opositores al gobierno es un hecho político positivo. Esto significa –nada menos- que los liberales nos congratulamos del ocasional triunfo político de Hugo Moyano, en alianza con Duhalde. ¡Hasta dónde hemos llegado!
Pero no es nuestra culpa. La situación política se ha deformado hasta un punto donde la cuestión clave es el enfrentamiento entre la dirigencia político-sindical corrupta con el ultra-kirchnerismo de propensiones totalitarias. Como el mayor riesgo está configurado en la posibilidad de que el kirchnerismo se consolide en el poder, una derrota de este sector, aunque sea a manos del eje Moyano-Duhalde, es una buena noticia.
La imposibilidad del kirchnerismo puro de asumir el control de la totalidad del peronismo probablemente obligue a los diferentes sectores del justicialismo a abrir una instancia de negociación, de la cual presumiblemente saldrá el candidato oficialista a la presidencia para las elecciones de octubre. El kirchnerismo no puede imponer a su candidato pero sin dudas tiene peso como para fijar condiciones. En este escenario, es obvio que la candidatura de la viuda quedará descartada.
Esto es lo que hace que los liberales veamos con buenos ojos la victoria del tandem Moyano-Duhalde. El hecho de que el ultrakirchnerismo encuentre obstaculizada su continuidad en el poder es un dato político positivo, en particular porque eso no implica una victoria absoluta de la otra corriente. Tendría poco sentido festejar una derrota kirchnerista si eso implicara la consolidación de un proyecto liderado por Moyano y Duhalde, sería salir de Guatemala y caer en guatepeor.
Pero el hecho de que la situación política interna del peronismo quede en una situación de estancamiento podría abrir la posibilidad de que, por transacción, se termine llegando a una solución que, dentro del cuadro de situación en el que estamos inmersos, podría no ser tan mala. El “punto muerto” político en el que el peronismo se encuentra actualmente favorece las posibilidades de que Reutemann termine emergiendo como candidato a presidente y seguramente ganando las elecciones... Si algo así sucediera –un hecho nada imposible, dado el cuadro de situación que parece estar presentándose- las perspectivas que sobrevendrían después de las elecciones de octubre serían favorables para el desenvolvimiento del liberalismo porque el debate político se abriría y dejaría margen para el aprovechamiento de la superioridad argumental que el liberalismo tiene respecto de las demás corrientes políticas, en un cuadro general relativamente tranquilo por la presencia del Lole en el gobierno. Es una posibilidad, nada utópica y quizá una consecuencia positiva de los vergonzosos hechos de la semana pasada. En las próximas semanas probablemente haya más novedades...
Mucha hipótesis para mi gusto estimado Alejandro. desde mi óptica lo mejor que le puede ocurrir al peronismo teniendo en cuenta el actual estado de cosas y panorama es que plantee a la sociedad la opción como formula Macri - Reuteman, y allí si veo una mejor alternativa para el futuro inmediato del liberalismo por las mismas razones que tu planteas. Saludos y como siempre un gusto leerte. Héctor Musi
ResponderEliminarEl peronismo se declaró su guerra interna, no hay dudas, el debilitamiento del Kirchnerismo es un elemento positivo. Lamentablemente los ciudadanos estamos en el medio de esta batalla. Alejandro ojalá tus hipotesis se den, sería una brisa de esperanza para volver a un país un poco más normal. Mientras tanto los liberales debemos seguir pregonando por las ideas que sabemos sacarán a nuestro país adelante. Un abrazo
ResponderEliminarpara mi no es mas que una interna politica del pj,para medir quien tiene mas poder,tan simple como eso ,era sabido que una vez que terminaran con Macri ,se le iban a Duhalde!!!
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