La diferencia esencial entre el liberalismo y cualquier otra corriente ideológica radica en que el liberalismo está basado en fundamentaciones racionales sustentadas en relaciones de causa y efecto entre los fenómenos sociales, en tanto que todas las demás corrientes político-ideológicas configuran elaboraciones voluntaristas que no resisten un análisis sistemático. Pero esta ventaja conceptual del liberalismo respecto de todas las demás orientaciones ideológicas no se traducen en réditos políticos porque no existen políticos liberales que sepan aprovecharla.
La verdad es una poderosísimo instrumento de acción política. La razón de que esto sea así es que la verdad se sostiene por sí misma y las mentiras requieren de complicadas ingenierías argumentales para sustentarse. Por supuesto que, en Argentina, como en muchos otros lugares, existe una dificultad objetiva para reivindicar el liberalismo y la verdad –se trata, en rigor, de sinónimos- porque existe una abrumadora propensión al autoengaño de parte de grandes corrientes de la población. Pero no por eso la verdad deja de serlo ni de sostenerse por sí misma ni la mentira deja de ser falsa ni de requerir silogismos para justificarse. Finalmente, siempre sucede lo mismo: la mentira cae por su propio peso y la verdad se sostiene. No por otra razón que esa el liberalismo sigue existiendo y sigue siendo denostado a pesar de ser absolutamente minoritario. Contra la verdad no se puede, no hay refutación posible porque los hechos terminan por convalidarla.
¿Por qué entonces, si tenemos un arma tan contundente en nuestras manos, los liberales tenemos tan escasa presencia política? Probablemente, la respuesta a esta pregunta tenga que ver con una gran falta de cintura política para emplear con habilidad esa herramienta. Tan convencidos estamos los liberales de la superioridad de nuestras posiciones que no nos preocupamos por tratar de persuadir a quienes disienten con nosotros de aquello de lo que para nosotros es absolutamente evidente.
Y obsérvese que, en la actualidad, la verdad es un bien muy demandado en el mercado político. Como todos los políticos mienten, quien dice la verdad está ofreciendo un bien escaso. Por ejemplo, frente al problema de la inflación, ningún político dice claramente que le problema es que el banco central emite moneda indiscriminadamente. Lo dicen algunos economistas, por supuesto, pero ese tema no forma parte del debate político. Y se trata de un tema que suscita una enorme preocupación a nivel popular (porque la gente percibe semana a semana cómo el dinero cada vez le alcanza menos) y sin embargo no hay ningún político que salga abiertamente a denunciar no sólo por qué se produce la inflación y cómo evitarla sino también a acusar a todos los demás partidos de mentir, algo que sería sumamente importante en términos de táctica porque situaría a las corrientes populistas en una posición política defensiva y las obligaría a desmentir al político liberal que los acuse de faltar a la verdad.
Como este, podrían mencionarse muchos otros ejemplos similares que, sin dudas, le darían una ostensible presencia política al liberalismo si hubiera quien los supiera elegir como temas de su agenda de comunicación. Hay una ostensible falta de criterio estratégico-comunicacional en el liberalismo, que nos lleva a la dilapidación de la ventajas competitivas que tenemos en el campo conceptual. Parecería que creemos que, con la superioridad conceptual es suficiente, como esos futbolistas talentosos pero poco proclives al esfuerzo y que terminan quedando anulados por jugadores menos dotados pero con mayor contracción al esfuerzo.
Quizá el mayor desafío político pendiente para el liberalismo sea, justamente, encontrar los métodos operativos que nos permitan hacer valer la verdad como argumento de comunicación política y de gestión proselitista. Es una tarea ardua, cotidiana, a veces rutinaria y carente de brillo, pero necesaria, productiva, positiva. Ese es el camino para que el liberalismo encuentre un rumbo político promisorio. Lo que hasta ahora no se ha afirmado de un modo perceptible es quién podría recorrer ese trayecto. Se trata de un espacio vacante que demanda quienes lo llenen. Hay un lugar vacío en la política argentino. Le corresponde al liberalismo llenarlo.
Sería interesante ver que resultados obtendríamos si dentro del Liberalismo, surgieran líderes dispuestos a utilizar la Verdad como una herramienta para integrarse en la política, en medio de una sociedad en la que buena parte de sus integrantes,aparentemente, prefiere vivir en la mentira, o lo que es peor, conformándose con "migajas" cuando en realidad son los dueños de la "panadería" y que de ejercer realmente el poder mediante el voto, sin dejarse engañar por los "supuestos beneficios" obtenidos, (llámese jubilación de ama de casa, asignación universal por hijo, computadoras para los alumnos, etc, etc, etc. )y digo "supuestos beneficios" porque ese dinero sale de fondos que bajo ningún punto de vista se deberían haber tocado para tales propósitos y que a corto plazo, tendremos las consecuencias, otra sería la historia. Igualmente sucedió con el falso 1-1 de la década infame menemista, otro claro ejemplo en que a una parte de la sociedad le gusta que le mientan si eso resulta en un aparente beneficio que luego pagaremos con creces,aún quienes no estábamos de acuerdo con esas políticas.
ResponderEliminar¿Porqué parte del pueblo se engaña tan fácilmente? Pues eso tiene muchas respuestas posibles, pero ¡Tanto cuesta darse cuenta que los "supuestos beneficios" forman parte de las obligaciones que tiene el gobierno para con los ciudadanos! No debiera ser, acaso, prioridad, procurar el bienestar de cada ciudadano según manda la Constitución y las leyes, empleando recursos genuinos, que por cierto son abundantes... ¡eso es lo que debieran exigir! y no seguir mirando hacia otro lado, aceptando demagogia barata mientras ellos, impunemente siguen "desviando" fondos descaradamente.
Me temo que la Verdad, muchas veces es cruel y dolorosa. Expone a la luz aquellas cosas que no queremos ver... cosas que quizás dejen en evidencia lo poco que importa beneficiarse a como dé lugar sin tener en cuenta los futuros costos.
Sin duda me gustaría ser ciudadana de un país cuyos gobernantes fundamentaran todo en la verdad, la transparencia y que la corrupción no formara parte de la política.
Pero eso, sería posible??
Saludos Alejandro!
Gracias por tu reflexión, Melina!!!
ResponderEliminarMuy buen post, Alejandro!! Lamentablemente por eso creo que Argentina no tiene un partido liberal consistente con lo que el liberalismo implica.
ResponderEliminarSe buscan líderes liberales que sepan buscar la verdad, debería ser el titulo.
ResponderEliminarLos liberales argentinos participaron en todos los gobiernos de todos los colores y fracasaron absolutamente siempre. Por eso están quemados hasta la medula.
Pero no se les ocurre pensar que pueden estar cometiendo un error. Pese a la contundente evidencia siguen afirmando que "La verdad" es de ellos. Parecen talibanes.
La verdad -cuando la encontremos- nos hará libres... así de simple.-
La vida es una busqueda sin termino diría Popper
Jesus dijo, Yo soy el camino la Verdad y la vida.
EliminarSi seguimos su camino encontraremos la Verdad y ella nos hara libres.