miércoles, 23 de febrero de 2011

Para eliminar la pobreza, hay que crear trabajo

Un factor que dificulta notoriamente la obtención de adhesión para las sanas ideas económicas es el hecho de que mucha gente, con la mayor buena fé, cree que lo bueno es aquello que, en realidad, está equivocado. Para mucha gente, el hecho de que el estado contemple la situación de los pobres es algo que está bien, es razonable, es justo. La idea de que el estado le cobre más impuestos a los ricos para redistribuirlos entre los pobres es algo que, para mucha gente bienintencionada, es lo correcto.

En buena medida, es lógico que así se piense. Las personas de bien tienen conciencia social y sienten una genuina solidaridad con aquellos a quienes la vida ha colocado en una situación desfavorable. Pero la cuestión donde se producen las desviaciones más severas tiene que ver con la forma de instrumentar operativamente las políticas que permitan afrontar la situación de quienes están inmersos en la pobreza.

Aquellos que de buena fé suponen que la forma de erradicar la miseria es sacarle a los ricos para darle a los pobres no comprenden cuáles son las causas de la pobreza. Para que no haya pobres tiene que haber fuentes de trabajo que permitan a la gente vivir dignamente de su propio esfuerzo. La pobreza estructural es la consecuencia de la escasez de fuentes de trabajo genuinas.

¿Qué es lo que genera fuentes de trabajo? Evidentemente, la inversión productiva de riesgo. El empresario que instala una fábrica, un shopping center, una empresa de servicios necesitará personal. ¿Y qué condiciones deben producirse para que crezca la inversión? Básicamente, deben producirse dos hechos: 1) que haya capitales disponibles para ser invertidos; 2) que existan condiciones que permitan intuir la obtención de ganancias. Si se cumplen estas dos condiciones, la creación de fuentes de trabajo irá gradualmente –y no en demasiado tiempo- haciendo desaparecer la pobreza.

Pero el cumplimiento de esas condiciones necesarias para estimular la creación de fuentes de trabajo entra en colisión con la política de “sacarle a los ricos para darle a los pobres”. Este es el punto en el que mucha gente de buena fé incurre en el error de dejarse dominar por el sentimiento de solidaridad y reclama que el estado se haga cargo del problema.

Pero la forma en la que el estado puede intervenir es, precisamente, cobrándole impuestos a unos para derivar esos fondos hacia los pobres. Sucede, sin embargo, que esos impuestos que el estado cobra para redistribuir entre los pobres constituyen precisamente los capitales que podrían ser invertidos en la creación de fuentes de trabajo y son las ganancias que se habían obtenido por inversiones previas. Esto significa que el hecho de cobrar impuestos para ayudar a los pobres tiene el efecto de que impide la creación de las condiciones para la generación de puestos de trabajo que harían que los pobres dejen de ser tales...

Hay mucha gente –la mayoría de los habitantes de nuestro país, en rigor- que no comprende esta contradicción. Y, por ese motivo, siguen pensando que la mejor forma de ayudar a los pobres es cobrarles impuestos a los que tienen un poco más, para transferírselos a quienes no tienen casi nada. Pero así es como se bloquea la posibilidad de erradicar la pobreza estructural en las causas que la generan, que es la escasez de fuentes de trabajo.

Los sentimientos humanitarios básicos no son una buena forma de abordar las cuestiones económicas, que requieren más bien un enfoque racional y científico si es que se pretende obtener resultados positivos en términos de progreso y bienestar. En Argentina es mucha la gente que se deja dominar por esos sentimientos y así es como asume posiciones y apoya iniciativas políticas que resultan contraproducentes con los resultados que se aspira a lograr. Esa confusión generalizada es quizá la madre de buena parte de nuestras dificultades para encontrar un rumbo acorde con las aspiraciones mayoritarias de la población.

7 comentarios:

  1. Me gustaría hacer un aporte a la nota.

    1°)Las "fuentes de trabajo" no se crean, solo son el resultado del que quiere ganar dinero y necesita mano de obra, empleados, etc.Lo que se crea es la organización para llevar adelante el negocio.

    2°) La mentira política de "cobrarle impuestos a los ricos para distribuirlos entre los pobres" es para la incultura ciudadana. Cualquiera que maneje un negocio, fábrica, etc. sabe que para determinar el precio de venta debe sumar al costo de la materia prima, gastos, ganancia e IMPUESTOS. Por lo tanto quien compra es el que paga toda la carga impositiva. Asi compre un litro de leche o un pan.
    Todas las políticas económicas de gobiernos populistas/estatistas mienten y fracasan por no respetar las leyes de la economía.

    Atentamente

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  2. Jorge, por supuesto, todo lo que decís es cierto. Pero hay mucha gente de buena fé que no lo comprende. La idea es contribuir al esclarecimiento del tema con un lenguaje lo más accesible que se pueda. ¡Muchas gracias por tu participación!

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  3. Sr Alejandro Salas:

    Totalmente de acuerdo, aunque lamentablemente hay que luchar con décadas de la contracultura promovida por los políticos de turno a quienes les conviene la ignorancia popular.

    Tal es la decadencia que hoy ya no se trata de las distintas ideologías políticas sino de los que están a favor de los principios éticos o morales o los ignoran totalmente. That is the question.! !

    Atentamente

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  4. invertir en fabricas ,supermercados .cosntrucion act .es una manera genuina de aportar para dar una oportunidad a la sociedad de cambiar el clientelismo y darles la oportunidad de un cambio .lo que sucede es que si trabajan en blanco cambia la sociedad ,tienen su obra social sus aportes y el salario x sus hijo. una mejor educacion y al gobierno no les conviene un pueblo pensante instruido ,porque no los pueden manejar a su conveniencia no les parece ??

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  5. Hola Alejandro. He leìdo tres posiciones totalmente válidas y prácticamente correctas, pero acá, creo, que no se toma en cuenta el factor humano. La teoría llevada a la práctica, jamas sale tal cual lo planeado, antes de pensar en hacer dinero enseñemos educación, después enseñemos la cultura del trabajo: tan olvidada en estos tiempos. Porque para que haya clientelismo político, estos tiene que tener " los clientes". Esos clientes que viven de forma paupérrima son a los que hay que educar para enseñar la cultura de trabajo;, tal y como lo hicieron nuestros abuelos y millones de personas de este país, que lo hacen a diario de forma silenciosa. Este gobierno pretende mantener a las minorías no educadas de la misma manera, porque conviene más "arrear ganado" que convencer s personas con educación y cultura de trabajo. Saludos

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  6. Sra Liliana:

    Veo que estamos en la misma sintonía pero tengo una pequeña diferencia con Ud.
    Ud dice "antes de pensar en hacer dinero enseñemos educación".
    Yo sostengo que son dos responsabilidades que corresponden a distintos estamentos. Hacer dinero es una cosa de los ciudadanos particulares y la educación está delegada al Estado Nacional, por lo tanto pueden evolucionar simultaneamente.

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  7. Jorge Muy buena la publicación. Yo creo que el estado debe saber que educa, disiplina, contiene, dignifica y da esperanza con el trabajo genuino. Las reglas y condiciones para la inversión privada las pone el estado, lo que ocurre es que se incurre en privilegios donde no hay igualdad de oportunidades y unos pocos se quedan con mucho o con todo. A esa Argentina ya la vi. Para eso es necesario tener una seguridad jurídica que sea clara. Pero el estado es el gran provocador del desarrollo y la creación de trabajo genuino ya sea incentivando a la inversión privada o en la creación de Cooperativas que administren inversión pública volcada al desarrollo que aporte valor agregado a la producción agricola ganadera de nuestro país.

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