viernes, 19 de noviembre de 2010

La propuesta de la UCR pone al kirchnerismo "entre la espada y la pared"


La propuesta de la Unión Cívica Radical, en el sentido de estar dispuesta a tratar el presupuesto e incluso aprobarlo en general a cambio de que el gobierno acepte modificaciones en el tratamiento en particular, es un hábil y positivo gesto político. Ya sabemos que el presupuesto es un adefesio, que no refleja la realidad de la situación fiscal del estado y que sus previsiones son irreales. Pero, al margen de todo eso, lo cierto es que el mero hecho de que el presupuesto sea tratado en el Congreso se ha convertido en un problema –en el principal problema, en realidad- en sí mismo. El problema no es el contenido del presupuesto sino el trámite parlamentario para sancionarlo. El kirchnerismo, fiel a su naturaleza, pretendía, por orden de la Presidenta, que el presupuesto fuera aprobado “sin que se modifique ni una coma”. Esa estrategia fracasó definitivamente el miércoles cuando la mano derecha de Graciela Camaño se estrelló en la cara de Carlos Kunkel. De ahí en más, no quedó margen para que el gobierno intente llevar adelante su estrategia de aprobar el presupuesto o victimizarse. Ante ese escenario, la propuesta de la UCR en el sentido de promover una reapertura del tema pero forzando al oficialismo a aceptar un escenario diferente es un gesto que contribuye mucho a distender el clima político y sirve para hacerle constar al kirchnerismo que los métodos que empleaba mientras Néstor Kirchner estaba en vida ya son inviables.

"Si el Gobierno quiere tener presupuesto y no quiere victimizarse, que convoque a la Comisión de Presupuesto para sacar dictamen. Si revisa su posición, nosotros daremos quórum. Si no convoca a la comisión, quedará en evidencia que el Gobierno no quiere el presupuesto y que pretende prorrogar el de este año manejándose con superpoderes", razonó el senador radical Ernesto Sanz.

La jugada del radicalismo es muy astuta porque implica propinarle al kichnerismo una derrota categórica pero, al mismo tiempo, lo pone en una posición que no puede rechazar sin poner en evidencia, de un modo indefendible, sus inclinaciones hegemónicas.

Es probable que algunos liberales, encerrados en una visión excesivamente ideologizada de la política, cuestionen esta apreciación elogiosa de la postura del radicalismo bajo el argumento de que no se modificarán los ejes sustanciales de la política económica y que el estado continuará inmiscuyéndose indebidamente en la actividad económica y confiscando ilegítimamente los dineros de los ciudadanos. No hay dudas de que esto seguirá sucediendo y que en ese sentido la postura del liberalismo debe ser invariable y severamente crítica. Pero en el nivel de degradación al que la política argentina ha llegado, estamos en un punto donde las formas del tratamiento parlamentario se han convertido en una cuestión aún más importante que los contenidos propiamente dichos. Sería positivo que se institucionalicen formas aceptables de debate parlamentario porque, en ese contexto, los liberales encontraremos espacios favorables para expresar nuestras disidencias con los contenidos propiamente dichos.

La propuesta del radicalismo, en definitiva, es positiva porque contribuye a llevar la dinámica política hacia un terreno que favorece la creación de espacios para que el liberalismo se haga oir. Los radicales siempre serán desastrosos en lo referido a las cuestiones económicas, no saben administrar ni un kiosco. El ingeniero Alsogaray expresó alguna vez en un acto en la Federación de Box que ser radical “es un pecado irredimible”. Pero en este caso, muy astutamente, están haciendo una propuesta sensata porque pone al kichnerismo “entre la espada y la pared” y es conveniente que los liberales la apoyemos, sencillamente, porque políticamente nos favorece. Debemos ser consecuentes en lo referido a los contenidos de nuestras propuestas pero, en términos políticos, siempre es conveniente tener la suficiente flexibilidad como para percibir las oportunidades favorables, aún aquellas que son impulsadas por nuestros adversarios. Este es un caso en el cual ese principio puede ser apropiadamente puesto en práctica.

3 comentarios:

  1. Estimado Alejandro,

    Estoy de acuerdo con la reflexión.
    Creo recordar que a veces el Ingeniero Alsogaray hablaba del "postulado de la tendencia". O sea fijarse si la tendencia puede ser favoable al liberalismo. Por ejemplo en ningún lugar hay un 100 % de liberalismo pero la "tendencia" en Inglaterra es menos preocupante que en Venezuela.

    Me parece que los liberales tenemos que explicitar nuestra agenda y esperar vientos favorables. Mientras tanto se pueden buscar consenos sin perder de vista el objetivo final.

    Saludos

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