jueves, 24 de febrero de 2011

La desmedida presión impositiva conspira contra el progreso y el bienestar

La fuerza propulsora del sistema capitalista es el ánimo de lucro. Los empresarios invierten con el propósito de ganar dinero y, en ese afán, generan fuentes de trabajo, la gente tiene dinero porque tiene empleo, eso le permite consumir y esa demanda disponible estimula que haya nuevas inversiones destinadas a satisfacer los requerimientos de los consumidores. Esas nuevas inversiones generan más fuentes de trabajo y así el ciclo se reinicia.

Las condiciones necesarias para que haya inversiones son, por lo tanto, que existan capitales disponibles y perspectivas de rentabilidad. Pero uno de los factores que obstaculiza el desarrollo de este círculo virtuoso de inversiones, trabajo, consumo, rentabilidad y bienestar es la presión impositiva desmedida. Si el estado cobra muchos impuestos, las ganancias de los empresarios serán menores, los sueldos de los empleados serán más bajos, los precios de los productos serán más elevados. Precisamente esto, una presión impositiva absolutamente desmedida es lo que hay en nuestro país.

Uno de los factores que contribuiría para que la situación general del país mejore y la calidad de vida del pueblo se eleve es que la presión impositiva sea menor, de modo de dejar capitales liberados para ser destinados a la inversión y el consumo y para que los bienes y servicios ofrecidos a la venta sean más baratos, de modo que estén al alcance de más personas. El interrogante que se plantea es de qué modo el estado podría hacer frente a todas sus erogaciones si se redujera la presión impositiva.

La respuesta a esa pregunta es que una de las ideas centrales de este enfoque radica en que el estado se haga cargo de muchas menos actividades para que cada persona, de acuerdo con sus propias inclinaciones y preferencias, se encargue de procurarse por sí misma esos mismos servicios que actualmente están a cargo del estado. El razonamiento que sustenta este criterio de gestión es que, si la gente dispone de más dinero, no necesitará que el estado le preste los servicios que le ofrece actualmente porque podrá pagar en forma particular las prestaciones que ahora el estado financia con los impuestos.

La idea es que, en lugar de que el estado cobre impuestos y emplee esos fondos para financiar la prestación de servicios a los ciudadanos, directamente cada ciudadano pueda ganar lo necesario para pagar con su propio dinero esos servicios que actualmente recibe sin cargo del estado. Es evidente que, si el estado tiene menos obligaciones, necesitará menos recursos y, por lo tanto, no deberá cobrar impuestos tan elevados, que se sustraen de los fondos de los ciudadanos.

La clave de esta propuesta es que los ciudadanos no dependamos del estado y nos valgamos por nosotros mismos. Pero si el estado cobra unos impuestos desmedidos, eso no es posible porque no dispondremos de los recursos necesarios para materializar operativamente esa libertad. El sistema impositivo que está vigente actualmente en nuestro país tiene el efecto de que “asfixia” el fluido desenvolvimiento de la economía. Entonces, el círculo virtuoso de inversión, trabajo, consumo, rentabilidad y nuevamente inversión, se convierte en un círculo vicioso de impuestos, desinversión, falta de empleo, necesidades insatisfechas, empresas en quiebra, estado deficitario, prestaciones de mala calidad y, en definitiva, empobrecimiento generalizado de la población. Huelga decir que esto es lo que tenemos en la Argentina actual...

Si la solución a los problemas sociales fuera cobrar impuestos, es evidente que en Argentina deberíamos estar en una situación brillante, no en la crisis permanente en la que estamos inmersos. Una sustancial reducción de la presión impositiva sería una de las condiciones importantes para que las energías creativas y productivas de la sociedad que actualmente están encadenadas, se liberen y contribuyan a impulsar el bienestar generalizado. Es una forma diferente de enfrentar y resolver los problemas que la que se aplica actualmente. Los resultados prácticos que se pueden obtener por medio de esta estrategia son mucho más beneficiosos. No estaría mal que nos planteemos recorrer este camino.

2 comentarios:

  1. Se puede decir más alto, pero no más claro. Entristece pensar cuánto más podríamos ser si no fuera por nuestros políticos.

    Un saludo.

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  2. Si existiese un partido político con sentido patriótico, con respeto por los principios constitucionales y con verdadera vocación de servicio debiera llevar el Estado a sus funciones específicas.

    Eso significaría un sustancial achicamiento y por ende una gran disminución en los impuestos.
    Pero eso, por falta de cultura ni lo sueñan ni lo piden la mayoría de los ciudadanos.

    Hay que leer a Don Juan B. Alberdi.

    Atentamente

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