jueves, 13 de enero de 2011

La solución al conflicto del campo es liberalizar los mercados


La Mesa de Enlace, que nuclea a los líderes de las cuatro centrales empresarias rurales (foto), ha acordado un cese de comercialización de granos por un plazo de una semana en rechazo a las limitaciones impuestas por el gobierno a las exportaciones de trigo. Una vez más, arbitrarias medidas dirigistas impulsadas por el kirchnerismo derivan en un conflicto con los productores rurales, como sucediera durante el resonante conflicto del año 2008. Una vez más, el sector más pujante, dinámico y competitivo de la economía argentina ve limitadas sus posibilidades de desarrollar su capacidad productiva como consecuencia del intervencionismo impuesto autoritariamente “desde arriba” por el gobierno filo-totalitario encabezado por la viuda de Néstor Kirchner, bajo la inspiración intelectual, política y espiritual de la memoria de su fallecido marido.

Una vez más, será el pueblo argentino quien deberá afrontar las conscuencias de este conflicto generado en la voracidad fiscal del gobierno, que aspira a determinar en base a cupos de exportación coercitivamente fijados por funcionarios del gobierno que responden al mandato del despótico secretario de comercio, Guillermo Moreno (foto), quien puede vender cereales, a quien se los debe vender y a qué precio. Las negociaciones de los dirigentes ruralistas con el ministro de agricultura, Julián Domínguez, estaban encaminadas hacia una solución del conflicto pero la intervención de Moreno –al igual que sucedió en muchas oportunidades durante el conflicto de 2008- impidió el acceso a un acuerdo que no era ideal pero que los líderes empresariales estaban dispuestos a aceptar.

Pero todo el problema se deriva de la concepción estatista, intervencionista y dirigista del gobierno nacional, que cree que está facultado para decidir con más eficacia que los operadores libremente en el mercado, las condiciones de las transacciones comerciales. El comunicado emitido por el Partido Liberal Libertario, expresa con exactitud la significación del problema, al señalar que “a pesar de las medidas de liberalización parcial del sector por parte del gobierno, la existencia de cupos, retenciones, regulaciones y prohibiciones, en un marco de persecución impositiva, continúa expropiando impunemente al sector más pujante de la economía nacional”.

Y acá debemos hacer un inciso para congratularnos de que claramente haya aparecido una voz que, en nombre del liberalismo, condene explícitamente la política económica del gobierno, como hace mucho que no se oía en la vida política argentina.

Más contundente aún es el tramo final del comunicado del PL, que señala que “es hora de que el Estado voraz deje en paz al campo que desde hace varios años es víctima constante del saqueo de sus legítimas ganancias con pretextos mentirosos y absurdos como la defensa de la mesa de los argentinos, mientras que en la realidad tienen como único fin incrementar las arcas del clientelismo político”. Desde este espacio donde día a día procuramos aportar una reflexión liberal acerca de la realidad política argentina, debemos decir que nos sentimos gratificados por claridad y la profundidad de la respuesta del Partido Liberal Libertario a este nuevo atropello del kirchnerismo.

Es imposible saber cómo concluirá este conflicto. El gobierno, pese a su declamada política de redistribución del ingreso, está operando a favor de los intereses de unas pocas empresas exportadoras de harina, a las que le pretende garantizar los precios por medio de regulaciones que claramente limitan la competencia en perjuicio de la capacidad de negociación de los productores.

Como siempre, la solución al problema es la liberalización inmediata y absoluta de los mercados, para que los productores agropecuarios puedan evaluar y decidir libremente sus inversiones, sus estrategias de producción y de comercialización y dispongan libremente de sus ganancias para reinvertirlas de acuerdo con sus propias percepciones acerca de las oportunidades comerciales que se presenten, según los datos que el mercado les transmita para determinar cuál es la demanda de los consumidores en cada circunstancia.

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