jueves, 27 de enero de 2011

La recuperación del orden republicano es el desafío político del momento

Si hubiese que definir en pocas palabras un programa político sensato y viable para la Argentina de hoy, podría decirse que necesitamos recuperar la República... Se trata de una expresión muy conocida porque se ha empleado en muchas ocasiones (hasta se filmaron dos lamentables películas llamadas La República Perdida I y II) y con múltiples sentidos. En este caso, probablemente, deberíamos darle una significación ortodoxa...

La recuperación de la república implica entender que una nación es un conglomerado de ciudadanos que eligen darse a sí mismos un sistema institucional para regular la convivencia en un marco de libertad. Lo que se debe reflotar es ese sentido republicano que figuraba en el espíritu del restablecimiento de la democracia en 1983 y que luego fue desvirtuado por los hechos. En la realidad, la república está completamente desnaturalizada porque todos los derechos ciudadanos, que son la fuente de la cual emana el poder del estado, resultan completamente avasallados por el mal ejercicio de ese poder por parte de los funcionarios encargados de aplicar sus mecanismos.

La solución no es eliminar el estado porque no existe una república viable sin un ordenamiento estatal apropiado. Pero sí es necesario, claramente, restablecer los límites nítidos entre las austeras atribuciones del estado y las amplias libertades y facultades de los ciudadanos. La clave del concepto de la recuperación de la república es devolver a los ciudadanos, en su condición de tales, todas las atribuciones que el estado, creado por esos mismos ciudadanos, les ha usurpado.

Un ordenamiento republicano es aquel en el cual todo el andamiaje social está estructurado en función del respeto por la figura del ciudadano, que es, en definitiva, el depositario último de la soberanía política. Resulta claro que, a los efectos de darle a la convivencia una armonía apropiada para contribuir al progreso general y para definir un marco que permita dirimir institucionalmente las diferencias, los propios ciudadanos aceptamos ceder, de manera deliberada, parte de nuestra soberanía a esa organización voluntariamente creada, que es el estado. Pero esta cesión de una parte muy limitada de nuestra soberanía no implica, de modo alguno, que el estado tenga facultades para excederse en sus prerrogativas ni a avasallar los derechos de aquellos de quienes emana su propia existencia y sus atribuciones.

Podría decirse, entonces, que la clave de la situación política de la Argentina actual pasa por el hecho de que está en crisis, facturada, la relación entre los ciudadanos, depositarios de la soberanía en el marco del sistema republicano, y el estado, que es una institución que opera por delegación de esos mismos ciudadanos que, a los efectos de dotarlo de capacidad ejecutiva, le ceden una porción limitada de la soberanía que legítimamente les pertenece.

El planteo de que es necesario recuperar la república implica que esa relación deteriorada entre los ciudadanos soberanos y el estado detentador de un poder delegado, debe ser subsanada...

Una vez más debemos apelar a los nunca envejecidos principios fundacionales de nuestra República cuando, al influjo de las ideas de Alberdi, los límites entre los derechos inalienables de los ciudadanos y las atribuciones limitadas del estado, existía un límite preciso, definido y previsible. De eso se trata, con adaptaciones temporales pero respetando los mismos valores filosófico-políticos, el desafío de hoy. Quizá el problema sea más complejo porque los intereses en juego son mayores que hace 150 años. Pero los medios para enfrentar los problemas son también más eficaces. En todo caso, ese es el camino que debemos seguir, por difícil que nos resulte. No sólo está en juego nuestro bienestar material sino, lo que es más importante aún, nuestra dignidad y nuestra condición de seres humanos libres y soberanos. Esa es una condición a la que no estamos moralmente legitimados para renunciar.

5 comentarios:

  1. Brillante !!! Alejandro mis más sinceras felicitaciones...creo que expsiste con una claridad envidiable lo que muchos pensamos. GRACIAS!!!!!. Un abrazo.....y lo comparto

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  2. Excelente Ale! gracias por publicarlo en fb.

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  3. De acuerdo.
    Es necesario predicar que sin un ordenamiento legal, Constitución o Estado no sería posible la vida en Sociedad. Y ese ordenamiento debe ser previsible y no arbitrario.

    Al entrar en una sociedad nuestros derechos previos deben respetarse así como nosotros respetamos los derechos de los demás.

    Creo que todo lo anti-liberal es más viejo que el Liberalismo. Creer que puede haber paz en una sociedad si cada uno hace los que se le da la gana o el rey hace lo que se le da la gana es un error.

    Querer volver a un paraíso - que no existió nunca - en que con estirar el brazo alcanzaba para obtener lo necesario es una mentira. Conviene entonce respetar el orden Republicano que implca - entre otras cosas - el respeto a la propiedad.

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  4. Muy buena tu nota Alejandro, te felicito por el contenido y por la foto que la ilustra. Hay que volver a las fuentes.....Por mi parte, me atrevería a decir que la ausencia de liderazgos a nivel político y la decadencia moral que nos invade; hacen prácticamente inviable este tan necesario y esperado regreso.

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  5. Muy buen artículo. Coincido plenamente con Alejandra. Ojalá se pueda revertir este lamentable estado de cosas pero para ello es necesario abandonar la comodidad y desidia que nos invade cuando "la cosa" no nos molesta o no nos roza demasiado y comprometernos más en pos del declamado bien común...

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