jueves, 21 de octubre de 2010

Los disturbios de ayer ponen en evidencia la descomposición del kirchnerismo


Los acontecimientos de ayer -la muerte de un militante durante una protesta sindical y la convulsión que ese hecho provocó- no son responsabilidad directa del gobierno aunque sí del clima colectivo en el que estamos inmersos como consecuencia del modo de proceder del kirchnerismo. Todo lo que sucedió ayer y sus efectos posteriores son nítidos síntomas de que el proceso de descomposición del gobierno empieza a acelerarse. En todos los casos en los que un gobierno ingresa en una etapa terminal como derivación de su empecinamiento en sostener políticas impracticables, la irreversibilidad del cuadro se pone en evidencia con algún episodio de violencia callejera. Pueden mencionarse infinidad de ejemplos, desde el “cordobazo” hasta los desmanes que le costaron la presidencia a De la Rúa, pasando por la marcha del 30 de marzo de 1982, que marcó el principio del fin del “proceso”, los saqueos desencadenados durante la hiperinflación alfonsinista o las muertes de Kosteki y Santillán en el interinato de Duhalde. No hay síntoma más nítido de que el fin de un ciclo político es irremediable que el descontrol callejero. Los Kirchner, naturalmente, se niegan a tomar nota de esto y por eso tratan de inventar versiones absurdas respecto de las causas y la naturaleza de los episodios de ayer. Intento absolutamente inútil, por cierto, porque, digan lo que digan, la credibilidad del kirchnerismo está más enterrada que los mineros chilenos rescatados la semana pasada.

El gobierno es como un boxeador que está sentido pero resiste de pie los golpes de su adversario, quien, al ver a su rival disminuido, procura seguir castigándolo para terminar de demolerlo. El rival del kirchnerismo es la realidad, a la cual el gobierno, con los jirones de poder que aún están en sus manos, intenta burdamente de descalificar y desvirtuar, tratando de instalar versiones absurdas, falsas y antojadizas que desvíen la percepción de los hechos hacia un escenario que los exima de responsabilidad y del costo político que estos acontecimientos les están “facturando”. Volviendo a la metáfora del boxeador sentido, lo que el gobierno procura hacer es un “clinch”, es decir, trabarse y enredarse con el rival para tener la posibilidad de tomar aire e impedirle al adversario que continúe golpeándolo.

Este espectáculo lamentable, que no parece encaminarse a tener otro desenlace que no sea el colapso definitivo del gobierno, se produce porque el kirchnerismo se empeña en tratar de empujar el curso de los acontecimientos por caminos que no concuerdan con los sentimientos populares mayoritarios y procura tercamente aferrarse a cursos políticos que sólo cuentan con el apoyo de sectores y liderazgos minoritarios e impopulares como el de Hugo Moyano, por ejemplo. Cuando se quiere hacer lo que las circunstancias no aconsejan, termina sucediendo lo que los protagonistas no desean.

En esto estamos por estos días, asistiendo al desmoronamiento y la descomposición de un gobierno que fue muy fuerte pero que, como todo proceso político, tiene su punto final. Esto, que en cualquier democracia consolidada es un hecho obvio y sabido, es algo que en Argentina los políticos no comprenden y por eso procuran perpetuarse, para lo cual realizan, en cada circunstancia, actos políticos desesperados que no hacen más que incrementar su descrédito. Los Kirchner no aprendieron la lección que dejan experiencias anteriores y así les está yendo por creerse omnipotentes. Finalmente, la realidad les dará lo que se tengan merecido.

2 comentarios:

  1. Es cierto que el Kirchnerismo esta llegando a su fin...Pero mientras ellos,los Kirchner, no lo acepten,(asi como no aceptan ninguna realidad diferente a la que ellos desean),estaremos expuestos a que estos incidentes se repitan.Posiblemente se nieguen publicamente a aceptar su final, para tener una excusa para terminar de saquear el pais;llevarse toda la plata que puedan, destruir las Instituciones, y fortalecer a sus mafiosos...Ojala me equivoque...
    Caty

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  2. Lamentablemente no te equivocás, Caty... Van a irse pero dejando tierra arrasada. De todos modos, nos vamos a recuperar, yo confío que sí...

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