jueves, 17 de marzo de 2011

El gobierno va ganando pero las elecciones de octubre aún no están definidas

Para que Cristina Fernández no gane las elecciones de octubre es absolutamente indispensable que haya algún candidato que le gane... Este hecho obvio, elemental, básico es la razón esencial por la cual el gobierno se está encaminando a obtener la victoria. El kirchnerismo se beneficia de la ausencia de adversarios que trabajen seriamente para derrotarlo.

Este hecho, la pasividad de la oposición, no es absolutamente inexplicable. No se trata simplemente de que los dirigentes del gobierno sean más inteligentes que los líderes de la oposición o que no pueda haber entre los opositores figuras que puedan enfrentar con solvencia a los representantes del oficialismo. En gran medida la ventaja competitiva del gobierno se explica porque el proyecto político que el cristinismo corporiza responde a las expectativas de anchas franjas de la población.

Nos guste o no, el kirchnerismo –y más aún el cristinismo propiamente dicho- responde a las demandas mayoritarias del pueblo argentino. Las prácticas clientelistas, que los opositores liberales fustigamos sistemáticamente, representan una respuesta a cuanto gran parte de la población demanda. Hay amplios sectores de de nuestro país que no quieren aprender a pescar; quieren que les den pescado. El gobierno lo sabe y actúa en consecuencia. El pueblo argentino repudia la aplicación de impedimentos directos a la libertad de expresión y por eso la presidenta debió desautorizar a quien pretendió descalificar la presencia de Mario Vargas Llosa en la Feria del libro pero los actos de intimidación contra medios y periodistas opositores no generan rechazo en la mayoría de la población, como tampoco tiene costo político alguno el montaje del circo mediático instituido por el gobierno. Y eso los estrategas del oficialismo lo saben y por eso mantienen su presión sobre los medios independientes aunque al mismo adoptan una fachada de tolerancia que no concuerda en absoluto con sus inclinaciones genuinas.

El mismo tipo de razonamientos podría hacerse en relación a otros temas. El cristinismo, como antes el kirchnerismo, tiene muy bien calibrado de qué modo “comprar” la voluntad del pueblo. Para que un proyecto opositor prospere sería necesario ofrecer algo mejor. Sería falsa la afirmación de que no hay margen para superar la propuesta del gobierno. La gestión del cristinismo tiene puntos débiles, tales como la inflación y la inseguridad, al mismo tiempo que no logra erradicar un sentimiento que no se manifiesta pero que está inconscientemente presente, que es la sensación (y esto sí es una sensación) de que todo el andamiaje social es muy precario y que podría desmoronarse en cualquier momento.

Pero la oposición no encuentra el modo de generar una oferta que aproveche los puntos débiles del gobierno para erosionar la base de sustentación electoral del oficialismo. En buena medida, esto se debe a la falta de convicción de los dirigentes opositores para impugnar los métodos clientelistas del gobierno porque todos saben que esas prácticas suman apoyos. Por lo tanto, el cuestionamiento hacia esas políticas traería aparejado un costo político que no tendría compensación suficiente por la adhesión que suscita, en núcleos minoritarios, el repudio al clientelismo. La realidad electoral de Argentina demuestra que, haciendo sumas y restas, la aplicación de prácticas clientelistas ayuda a ganar elecciones y el gobierno tiene muy bien armada su respuesta a esa demanda. Para derrotar al gobierno, habría que ofrecer respuestas mejores en las áreas donde el gobierno es débil pero sin desarmar –por lo menos, de manera abrupta- la red de contención social que el kirchnerismo ha montado.

Esta es la clave del resultado electoral de octubre. Si la oposición no logra armar algún proyecto que desactive los puntos donde el gobierno es fuerte, la Señora será reelecta, mal que nos pese. Pero aún hay tiempo para diseñar algún proyecto superador. Si bien el oficialismo lleva ventaja, la elección de octubre aún no está definida. Hay margen para revertir el resultado. El desenlace aún está abierto.

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