martes, 22 de marzo de 2011

La gestión de Menem demanda una reflexión desapasionada

En 1989 tuvo lugar un hecho revolucionario: el presidente de extracción peronista ortodoxa Carlos Menem anunció la puesta en práctica de la “economía popular de mercado”. Esa experiencia si bien tuvo facetas positivas, no terminó de la mejor manera, en parte porque las inconsistencias intrínsecas del modelo económico llevaron a su desestabilización pero, principalmente, porque hubo un desastroso manejo de toda la situación –en gran medida, deliberado- que derivó en un agravamiento de una situación que era delicada pero en modo alguno tan crítica como terminó siéndolo.

Después del quiebre de la convertibilidad entre el peso y el dólar, la política menemista se convirtió poco menos que en una herejía imperdonable. Nadie podía defender absolutamente nada de lo realizado durante aquellos años sin recibir durísimas condenas. Nunca fue posible, desde hace diez años hasta ahora, realizar un análisis mínimamente desapasionado y racional de lo acontecido durante la década en la que Menem presidió el país.

Los desaciertos de la política económica de Alfonsín habían llevado el país hacia una crisis hiperinflacionaria dramática. En ese contexto, Menem se hizo cargo del gobierno y anunció la puesta en marcha de un profundo plan de reformas económicas orientadas hacia el liberalismo. Actualmente, todo aquello tiene muy mala imagen pero, mirándolo retrospectivamente, es necesario reconocer que hubo también un buen porcentaje de contenidos positivos en la gestión de Menem.

Es indudable que el modelo que Menem había establecido requería importantes correcciones. Pero esas rectificaciones implicaban profundizar el rumbo y no invertirlo, como lo hizo Duhalde y lo consolidó Kirchner. Menem había abierto un camino que representaba una perspectiva promisoria. Pero ese proyecto, en cuanto tal, no tenía consenso y por eso, cuando sus inconsistencias se pusieron en evidencia, en lugar de corregirlo para mejorarlo, se eligió desterrarlo y reemplazarlo por el actual modelo kirchnerista que no ofrece más que una estabilidad precaria pero sin proyección alguna hacia el futuro y grandes riesgos de que, ante cualquier cimbronazo, pueda desmoronarse de manera abrupta.

Va siendo el momento de pensar nuevamente, de manera menos apasionada y con mayor racionalidad, acerca de los aciertos y los errores de la gestión del menemismo. No se trata de caer en una defensa a ultranza del menemismo pero sí de no incurrir en una postura condenatoria basada simplemente en un prejuicio ideológico. El menemismo había abierto un proceso que requería mayores profundizaciones y significativas correcciones pero que, apropiadamente aplicado, conducía a un mejoramiento de la situación general del país y a una elevación de la calidad de vida de la población en general.

Pero resultó políticamente más rentable anatematizar al menemismo que corregirlo y así es como los gobiernos que sobrevinieron después de la caída de De la Rúa eligieron desandar el camino que Menem había recorrido, con el resultado de que actualmente nuestro país no tiene un horizonte definido y que solo logramos sobrevivir día a día en un contexto de incertidumbre y desorientación generalizadas.

Es un imperativo y una deuda con nosotros mismos la apertura de un análisis crítico hacia lo que hubo de bueno y por supuesto también de negativo durante el ciclo menemista. Aunque sus detractores se nieguen a admitirlo, lo cierto es que durante la gestión de Menem la situación general de nuestro país registró progresos importantes y también mostró defectos innegables. Entonces, es evidente que el camino apropiado es recomponer y profundizar lo positivo y corregir lo erróneo. Ese es el camino para reencontrar un rumbo apropiado. No es lo que ofrecieron Duhalde y los K, que eligieron desestimar todo lo que Menem había aportado, sin discriminar aciertos y errores. Ese replanteo, esa reflexión acerca de lo sucedido durante el gobierno de Menem es, probablemente, el punto de partida para la gestación de un proyecto político apropiado para desplazar al kirchnerismo del gobierno.

11 comentarios:

  1. Los políticos argentinos todavía no aprendieron que cada uno debe mejorar lo que hizo el anterior. Pero la realidad indica que la frase preferida de cada nuevo presidente incluye la frase "la herencia recibida".

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  2. Basta de defender al liberalismo con estos oximorons, todavía no aprendieron?

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  3. y que queres que tengamos un comunismo al estilo cuba? andaaa !!! el comunismo ya cayo por si no te enteraste y no funcionaaaa, dejate de embromar si no hay libertad de ningun tipo alla , de lo contrario por que los que huyen de la isla prefieren ser comidos por tiburones en el mar???

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  4. Muy buen articulo Alejandro como siempre muy claro , sin odios ni rencores , por una patria mas digna , Felicitaciones !!!! MA

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  5. Coincido con ud , Luis B , los politicos argentinos son de pacotilla !

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  6. No, hubiera querido verdaderas reformas liberales porque soy liberal libertario y no mercantilista como lo fue Menem.Ese mandato(los 2)fueron puro corporativismo,
    había que liquidar todas las empresas y no vender monopolios públicos a privados,
    desregular el mercado
    volar las leyes laborales,
    recorte impositivo
    bajar gasto publico
    dolarizar al menos
    Hizo todo lo opuesto que fue para patear para adelante y tapar el muerto
    para mientras hacerse de dividendos y comprar favores y ''paz social'' a los sindicatos por unos años..

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  7. Si después de estos datos siguen defendiendo el gobierno de Menem como liberal, como bien decía Ayn Rand, deben chequear sus premisas:
    La reforma económica a medias se vio acompañada por una total falta de voluntad política de revertir el corrupto sistema clientelista. Aunque el proceso de privatización se llevó a cabo, en parte, para generar ingresos gubernamentales a corto plazo, el Estado no redujo significativamente el gasto como resultado de este proceso. En lugar de ello, el gobierno cambió los gastos de provisión de servicios públicos por egresos llamados gastos sociales del gobierno absolutista. Es decir, subsidios y empleos sin estrés para aliados políticos. Mientras tanto, el Estado mantuvo —e incluso incrementó— su participación en la economía. La tendencia al clientelismo del gobierno de Menem también se hizo evidente con el incremento del número de miembros de la Corte Suprema que tuvo por objetivo dar un lugar a sus propios clientes y aliados políticos. En suma, las reformas económicas engañosas y el sistema de convertibilidad —mediante el cual se estableció un tipo de cambio fijo entre el peso y el dólar estadounidense durante la década de 1990— ocultaron los efectos dañinos del vicio político. La convertibilidad sorteaba la necesidad de imprimir dinero, que produciría inflación. Sin embargo, al evitar la tendencia a la inflación, el gobierno no se ocupó tampoco de disminuir ni de reorientar el gasto público. Dado que el sistema de convertibilidad parecía permitir que el gobierno siguiera gastando, no se trató más que de un artificio para cambiar la financiación del déficit por el endeudamiento externo. Mediante este juego de prestidigitación, y a pesar del dinero percibido de la venta de empresas públicas, la administración Menem (1989–99) consiguió elevar la deuda pública de US$65.300 millones a US$146.210 millones. Como explican Eiras y Schaefer (2001), “La falta de crecimiento económico, junto con un incremento en el gasto del gobierno, generó un déficit fiscal que creció del 0,15 por ciento del PIB en 1994 al 2,4 por ciento del PIB en el año 2000”. Además, “La deuda pública total de Argentina se incrementó del 34 por ciento en 1991 a alrededor del 52 por ciento del PIB” en 1999. Así, las ventajas de un tipo de cambio fijo —la estabilidad y la confiabilidad— se vieron desbaratadas por una deuda estatal insoportable que también elevó el costo de la inversión privada. Finalmente, esta situación llevó a un incumplimiento de los compromisos internos y externos del gobierno en diciembre de 2001, lo cual, a su vez, generó una corrida bancaria a principios de 2002.

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  8. Sigue de lo anterior: Sencillamente, las reformas de la década de 1990 fueron insuficientes para contrarrestar las prácticas políticas negativas que comenzaron a resurgir a principios del siglo XX y continuaron casi hasta el siglo XXI: un poder ejecutivo hegemónico y personalista capaz de asignar recursos económicos y cambiar las reglas a su antojo por decreto; la falta de un poder judicial independiente que controlara los otros poderes y defendiera los intereses de los ciudadanos; un Estado grande y supuestamente benefactor, simbolizado por funcionarios que tenían el poder de fijar tarifas y alterar contratos privados, que sumaron pensiones de privilegio a sus propios sueldos y otorgaron subsidios injustificados a los desempleados.

    Las restricciones impuestas a los depósitos bancarios privados en los últimos días de la administración de Fernando de la Rúa y la cesación de pagos anunciada por el presidente Adolfo Rodríguez Saá a fines de 2001 —aplaudida por legisladores de todos los partidos— son la culminación de un siglo de mala gestión, malversación de fondos públicos y falta de respeto a los derechos de propiedad y el orden jurídico. Sólo una tradición cultural enraizada de rechazo a lo extranjero es responsable de que los argentinos culpen a otros e impide reconozcan sus propias falencias.

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  9. Viendo el éxito de la nota voy a confesar algo que recuerdo con orgullo pero con tristeza.

    Cuando Menem resultó electo y Alfonsín lo apuró para que asumiera lo llamó al Ing Alsogaray para pedirle que colaborara con él en el gobierno.

    El Ing. Alsogaray reunió a presidentes de distrito y otros personajes de la UCEDE en su casa quinta para un asado en el que nos contó el encuentro con Menem y pidió opinión.

    Le manifesté al Ing. que según mi opinión los peronistas nunca serian liberales, además la ciudadanía no sabia que era el liberalismo, por lo que nos convenía quedar aparte, aconsejar al gobierno pero no mezclarnos y dedicarnos a la difusión de las ideas liberales.

    Por supuesto que solo me apoyaron 2 o 3 personas pero la mayoría siguió a María Julia que estaba entusiasmadísima con la idea .

    Si los ciudadanos aceptaban como algo normal y que los beneficiaba los "precios fijos y uniformes para todo el país" de Alfonsín, y resultaba dificil que entendieran lo anormal y falso de esa economía, ¿ como iban a entender, de golpe toda la idea liberal?

    Lamento decir que el tiempo me dió la razón, pero nos costó la desaparición de un partido que contaba con mucha gente liberal de todo el pais y sin ninguna desesperación por ocupar puestos públicos.

    Nos ganaron los trepadores, los arribistas, los chupamedias. Perdimos los idealistas que eramos mayoría. Claro que no en esa reunión.

    Tal vez algún joven, en algún momento trabaje para formar un nuevo partido liberal. Que esto sirva de experiencia.

    Primero hay que "educar al soberano" después pensar en participar en elecciones, no hay que olvidarse que el liberalismo es más difundido por sus detractores que por sus promotores.

    Atentamente

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  10. ¡Si hay que formar un partido, ya sea liberal o conservador...! y tambiénhay que aprender de lo pasado, de forma de darle alguna utilidad positiva. El gobierno de Menem, a mi entender, fué una trajedia para las ideas liberales, puesto que fueron identificadas como tales muchos adefesios que de iban en contra del libre mercado, las costumbres y las libertades individuales Creo, además,que la mayoría de las medidas correctas se implementaron mal, sin el necesario amortiguamiento social, necesario luego de medio siglo de estastismo. Los actuales gobernantes, no introdujeron ninguna novedad al sistema de poder vigente, solo lo redireccionaron....y esa es otra "herencia". Limitar el poder discrecional fue una asignatura pendiente de los ´90, que luego fue utilizada a discreción. Fué muy inocente creer que el Peronismo iba ir en contra de su razón de ser: el poder discrecional.
    Estimados: hay que trabajar mucho para construir un partido con los necesarios filtros y debate interno, siempre institucionalizado. De lo poco bueno que tienen estos tiempos es la oportunidad que nos brindan, mejor que los aprovechemos.Atte.: Alejandro Miranda

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  11. Jorge / Alejandro: el nuevo partido liberal existe desde hace dos años y está en constante crecimiento. Los invito a sumarse:

    http://www.partidoliberal.org.ar

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